Euroliga: Real Madrid 85- Barcelona Lassa 69

El golpe de gracia

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El Madrid puede con un Barcelona que ya estaba eliminado antes del salto inicial. Bartzokas, expulsado por doble técnica, fue el protagonista de un duelo donde los visitantes hicieron gala de todos los males que les asolan, en una temporada desastrosa que tiene visos de empeorar, si eso es posible. Los de Laso, por su parte, solventes ante un rival sin pegada, sin vida.

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No fue necesario ni que el Real Madrid pusiera sobre la mesa su mejor versión. Bastó simplemente con una aseada, construida alrededor de un incombustible Sergio Llull (21 puntos y 32 de valoración) y sustentada bien por el resto del grupo. Con eso, con un buen primer cuarto y un ritmo sostenido durante el resto del partido, fue capaz el equipo blanco, que ya asegura el factor cancha en los cuartos de final, de doblegar al Barcelona (85-69).

Se muere este Barcelona, día a día, segundo a segundo. Cada jornada ofrece una versión peor, un matiz más bochornoso. Hoy fue Bartzokas, que se borró de la contienda, como mal capitán que deja a los suyos a la merced de las aguas en el barco que se hunde. Dos técnicas, un encaramiento posterior con Lamonica y un paseíllo rumbo a los vestuarios  pueden ser la estampa final del griego en el club blaugrana. Su crédito, en entredicho, agotó una moneda más en el Palacio de los Deportes. La pregunta es cuántas le quedan y dónde está el límite de la paciencia de los rectores de la sección de baloncesto; con él y con los jugadores.

Ya antes de que el heleno se fuera de la noche, el Barça tampoco había entrado demasiado bien en ella. No vamos a descubrir que este equipo es una plantilla descompensada, un conglomerado de jugadores rotos, perdidos, con actuaciones sobre la pista que rozan a veces lo absurdo. Un grupo sin alma, con una calidad tremenda en líneas generales, pero con una mentalidad de EBA. 

Al Madrid, que tampoco está para grandes bailes, le sirvió la inercia ganadora que muestra en el Palacio. Una inercia que suele aplicar contra equipos inferiores, contra los que le vale jugar a arreones, a rachas, sin una línea demasiado continuada durante los 40 minutos. Lo hemos visto a veces en el plantel de Laso y sin embargo, cuesta encajar esa realidad cuando el Barcelona es el rival. Pero es que, ahora mismo, el Barça es un equipo de nivel medio, acomplejado. Y como tal, se plantó en el Palacio.

Algún jugador como Koponen, Rice, Tomic, porque tienen talento a raudales, mantuvo de alguna manera el tipo, pero sin grandes alardes. Eso sí, el interior croata dejó muestras de la locura en la que vive el Barcelona, con un codazo cobarde, peligroso y sin castigo a Carroll. Diagne,7 rebotes en 10 minutos mostró más espíritu e intenciones que algunos jugadores culés en meses.

Antes de la expulsión de Bartzokas, un de nuevo irreconocible Claver había negado con la cabeza varias veces y había golpeado no menos la silla con la toalla en los tiempos muertos. Impotencia de un jugador que es mejor de lo que parece, peor de lo que se dijo que iba a ser pero siempre muy por encima del pésimo nivel global que está mostrando en este Barcelona. Claver es muy aprovechable. Hoy, enfrente, tenía a un equipo que le podía haber sacado mejor partido. 

Así que la mano de Llull, que implosionó unos minutitos y que metió una mandarina al filo del descanso cuando Bartzokas ya meditaba sobre sus actos, fue suficiente para el Madrid. Claro que sus 21 puntos no explican todo, pero es que a Laso no le hizo falta ni poner sobre el parqué a Felipe Reyes. Lo de Draper lo dejamos para otro análisis. Más que las derrotas y la pequeña mala racha tras la Copa, la peor notica de este Madrid es el base de Baltimore. Ante el Barça, 0 minutos. Otra vez, por tercera velada consecutiva en Europa. No es la primera vez que Laso, en un momento dado del curso, deja de contar con alguien ya para lo que queda de campaña. Es pronto para decir que estamos ante un nuevo caso, pero…

A Llull le ayudaron bien Thompkins, Ayón o Randolph. Y Hunter, con 8 puntos y 5 rebotes en 13 minutos. Devorador bajo tablas, el pívot sigue siendo uno de los mejores recursos de rotación para Pablo Laso y una de las piezas más regulares.

No hubo mucha más historia. El Barça ganó sólo un cuarto, el tercero, justo el que sucedió a la expulsión de su entrenador. Aquí hay material de debate. Como lo hay también sobre Navarro, al que duele ver así, jugando minutos que no debe, con su equipo deambulando por la pista que no hace tanto él conquistó. Con Navarro, uno de los mejores jugadores de siempre en España, hay que hacer algo. Su carrera no merece un epílogo de este calibre.