Hace poco tuiteaba, ante la petición de ánimo del club para "Carri"por un problema de salud, que yo le mandaba todo el del mundo pero, especialmente, amor. Es lo que él ha derrochado hacia el Navalcarnero durante toda su vida, hacia su club y también hacia el fútbol de Madrid. Franco, auténtico, serio, amable, respetuoso, todos son calificativos que debo escribir del protagonista de este artículo porque es lo que siempre ha demostrado allá donde le ha llevado el fútbol. Su abrazo, su apretón de manos, su preocupación cuando la ha tenido por mí han sido de amigo de verdad, de los que sabes que no te van a fallar aunque lleves años sin que el balón te una. Su cara sonrosada no lo ha sido nunca por rabia o por enfado, nunca le vi perder los papeles representando al Artístico Navalcarnero, más bien sujetando a jugadores y entrenadores para que no los perdieran. En algunas épocas, trabajo imposible. Escribo esto último con una gran sonrisa en la cara.
Toca pelear, toca luchar Ángel. El “Naval” ha escrito páginas maravillosas en las últimas décadas, pero permíteme que te pida que lo hagas como lo hacía aquel equipo que a finales de los ochenta nos unió. Radio con cables tirados desde la casa de nuestro querido y recordado Borrajo, partidos épicos de tardes de domingo inolvidables. Pelea como aquellos jabatos que hicieron que Santiago Cañizares se tapara la cara por primera vez en su vida ante el aluvión de saques de esquina y remates en los últimos minutos de partido. Vuestros partidos siempre eran eternos. Como lo es mi agradecimiento a ti, a todos los que me inyectaron el fútbol de tierra en vena, a todos los que me habéis tratado con un respeto inmerecido y que yo he sido incapaz de devolveros en su justa medida.
Ángel, "Masiqui" en el pueblo y Olías, capitanes del histórico Navalcarnero que subió a Tercera