28ª J. Real Valladolid 1-1 CD Leganés

Soplidos, resoplidos, suspiros y un empate

El aire desluce un partido que era más importante para las aspiraciones del Real Valladolid que para el Leganés

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La tenencia de balón de los blanquivioletas no fue suficiente ante un bien plantado conjunto pepinero

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En la vida hay momentos que vienen determinados por golpes de fortuna. El fútbol no es ajeno a ello; en tanto en cuanto el pie no es prensil, el azar es un componente a tener en cuenta en múltiples ocasiones. Como el viento, presente a veces, como invitado a un juego que se tiene lugar al aire libre. Cuando aparece, no siempre es bienvenido. Y si no que se lo pregunten al Real Valladolid, a quien molestó sobremanera que llegara sin que nadie lo llamara al encuentro contra el CD Leganés. A posteriori fue un pretexto para lo sucedido. Al abrir la puerta -metafóricamente hablando- se convirtió en un engorro y no lo dejó de ser mientras el balón estuvo en juego.

Con lo necesario que es el aire para la vida y lo latoso que puede llegar a ser cuando se da en la forma en que se dio durante los noventa y tantos minutos. Por lo menos para los blanquivioletas, que veían como a base de soplidos Eolo dificultaba su habitual plan de juego. También lo hacían los pepineros, que desde el principio presionaron arriba tratando de imposibilitar la salida desde atrás. Como esa presión era efectiva, los envíos en largo fueron más una necesidad o una obligación que un deseo. Y ante eso, lo que había era disputas. Y siempre siempre siempre caían del lado visitante, más intenso.

Y es que el 'Lega' salió con la idea clara de no dejar jugar y con el afán de intentar aprovechar alguna de las ocasiones que se le pudiera presentar merced a las pérdidas que pensaba provocar y provocó. El avance de las acciones posteriores al patadón a seguir era previsible debido a que, cuando superaba la primera línea de presión, el Pucela estaba no solo más impreciso de lo habitual, sino también más estático, y cuando lanzaba el desmarque, normalmente era a la ruptura, y no tanto al apoyo, que si lo había, era siempre con un rival muy cerca.

Entre soplido y soplido había poco que llevarse a la boca en forma de oportunidades. Prats lo intentó para los madrileños con un buen disparo que obligó a la estirada de Javi a los ocho minutos y Jon cortó un envío bien dirigido hacia la internada de Rafa en la que prometía ser la ocasión más clara para los vallisoletanos. Los que más lo intentaba, con todo, eran los 'sietes'. Víctor trataba de cubrir varios roles -el de dirigir la circulación, el de apoyar, el de asistir y hasta el de rematar- e Iker Muñoz rompía bien por el costado izquierdo a espaldas de Arnáiz, una zona a la que caía también Samu para buscar generar superioridad con los dos jugadores de banda.

Aunque sobre la media hora el Real Valladolid tuvo unos buenos minutos, de nada sirvieron. Tampoco el arranque de la segunda mitad, prometedor por el disparo al larguero de Víctor que no pudo remachar por dos veces Adrián Herrera. De hecho, el primer gol pudo ser para los pepineros, aunque Iker Muñoz no acertó a materializar el buen contragolpe lanzado desde el pico del área y en franca superioridad de tres para uno. En el uno contra uno ante Javi tiró 'al muñeco'. Aquello fue un aviso que llevó al Valladolid a mover el banquillo, a fin de ir a por la victoria.

La entrada de Raúl mejoró algo no porque Orea estuviera mal, sino por su simple perfil, más ofensivo. Esto sirvió para que poco a poco los suyos fueran embotellando al Leganés y a que Víctor obligara a Iker González a hacer una gran parada en otro buen disparo. Asimismo, Álvarez buscó ser revitalizante, y lo fue por unos segundos, cuando el encuentro se encaminaba hacia el final. El extremo derecho lanzó una diagonal correspondida por un pase magistral de David Sanz, que le dejó solo frente al portero, y no falló; marcó el uno a cero, tan buscado, aunque de forma tan atropellada. Entre tanto soplido del viento apareció un resoplido de alivio; de "por fin". 

Cuando el tanto llegó, Ayuso estaba en la banda, esperando para entrar por Stephen. Y lo hizo. Y fue lo único que sucedió antes del empate, aunque pareció como si su equipo se hubiera puesto aquellas cintas blancas con las que el Flynet de Philip Callahan afrontó las semifinales del campeonato nacional de secundaria ante el New Team de Oliver Atom. De repente, ante el silbatazo del colegiado que invitaba a reanudar el juego, el Leganés se fue en bloque y con convicción a por la puerta blanquivioleta y la derribó en apenas unos segundos. Como diría aquel, todo el que parpadeó se lo perdió; la acción avanzó por el centro, viró hacia un costado y terminó con el gol de Berisha.

La igualada fue para el Real Valladolid como ese golpe en el dedo meñique del pie cuando te levantas a medianoche a por agua o a desbeber. Produjo otro resoplido, lastimoso, y al final, un suspiro, el exhalado por los locales al ver que habían tirado por la borda una oportunidad para mantenerse en la cuarta posición por méritos propios. Aunque, en honor a la verdad, otra cosa no habría sido justa ni con sus deméritos ni con los méritos contraídos por parte del Leganés, que compitió a un nivel muy alto de compromiso y se convirtió en el único equipo de 'la otra liga', esa en la que no están los tres primeros, que sumó en Los Anexos. Y además lo hizo sin tener grandes objetivos a nivel clasificatorio, honradez que es de agradecer. Para ser el primero de los pobres, el Pucela aún ha de batallar. El 'Lega', por su parte, podría ser convertirse en juez de la salvación en función de lo que haga contra el Adarve en la próxima jornada.