COLMENAR DE OREJA: LA ÚLTIMA TINAJA
LA ÚLTIMA TINAJA
La última tinaja se coció en el horno Jai Alai en 1992 para ornamentar el Pabellón de Madrid en la Exposición Universal de Sevilla, un horno que el Ayuntamiento no sólo rehabilitará sino que encenderá una vez al año, al menos eso tienen pensado, para que el oficio más representativo de la localidad no quede enterrado en la lista de daños del progreso.
Si la última tinaja salió del Jai-A-Lai el último horno de Colmenar de Oreja en cerrar fue el de Crespo, y con él más de dos siglos de maestría tinajera cuya fama traspasó los límites del pueblo y el Océano Atlántico para llegar hasta América. Me cuentan los que saben que una tinaja de las que todavía se pueden ver, casi como reliquias, en muchas bodegas españolas le costaba al ceramista casi un año de trabajo. Comenzaban a fabricarse en noviembre y durante doce meses se creaban con una precisión matemática los recipientes que albergarían el tesoro de los cosecheros y amantes de los caldos. Escribo la palabra 'precisión' porque muy pocos saben que el recio aspecto de una tinaja es inversamente proporcional a su ligereza, a su fragilidad. Cualquier golpe en el transporte o colocación podía significar la inutilización del recipiente o su reparación, habitualmente con lañas. Algunas tinas eran tan grandes que se debían enterrar para poder acceder a su contenido.
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Antiguo horno tinajero |
La extracción de la piedra caliza de Colmenar de Oreja (no confundir con la granítica de Colmenar Viejo) y la producción de cerámica fueron durante siglos, junto con el campo, las principales fuentes de ingreso de este pueblo madrileño, antes castellano. La primera supuso durante siglos la excavación masiva de roca de sus canteras, tanto que agotó prácticamente sus existencias, haciendo que la que ahora se extrae sea más cara de lo que muchos están dispuestos a pagar, aunque su blanco es inigualable. Así lo demuestran monumentos tan emblemáticos como el Palacio de Oriente de Madrid, el de Aranjuez; las madrileñas puertas de Alcalá o San Vicente o el suelo de la ampliación del Museo del Prado.
Los hornos tinajeros, otra fuente tradicional en la economía del pueblo, se apagaron con el milenio. La competencia del cemento desde los años 70 fue insoportable para los ceramistas, la sustitución de las tinas por conos de este nuevo material bastante más barato y resistente tomó las bodegas al mismo ritmo que las ciudades acabando con ciento cincuenta años de tradición.
A Colmenar de Oreja sólo le quedó el bendito campo que, horadado por sus fuentes subterráneas, lo convierten en el perfecto compañero de vides, olivos y frutales, principales sustentos de un pueblo al que Alfonso XII concedió el título de ciudad y que hasta muy entrado el siglo XX fue el tercer municipio más poblado de la provincia de Madrid, sólo por detrás de Alcalá de Henares y Aranjuez
Esta tierra, como la del vecino pueblo de Villaconejos, también da muy buenos melones, siendo de los más tardíos del campo madrileño.
La búsqueda de la última tinaja ha sido la excusa para poder vivir durante unos días en este maravilloso lugar de la Comunidad de Madrid y compartir con sus vecinos larguísimos días de verano. No me van a dar un premio por decir que Chinchón es uno de los lugares más hermosos que hay en la faz de este país, la belleza de su plaza es para mí casi de ciencia ficción. Lo que sí espero descubrir es que su 'tapado', el que duerme una plácida siesta a su sombra es unos de los mejores Pueblos que se pueden visitar en mi tierra. Escribo de un pueblo con mayúscula porque eso es lo que es Colmenar de Oreja, con su ambiente rural, sin artificios, con las miradas curiosas de los vecinos que focalizan al forastero a la primera, eso sí, con sus buenos días, tardes, o noches de rigor. Volcado en la agricultura y en seguir creciendo no sólo con su producción de vino, la más abundante de Madrid, sino con la calidad de sus caldos . Pueblo con su Benito para arreglar los pinchazos de esos puñeteros cardos que serían capaces de acabar con el pelotón de la Vuelta y con sus abuelas vendiendo (que no se entere nadie) sus tomates o melocotones del huerto.
Ya sabéis que mi puerta de entrada al lugar que visito son sus quesos y el de aquí, Hijos de Ciriaco, es sublime, es llegar a Colmenar de Oreja por su puerta grande. Si alguna vez aterrizáis por estos lares debéis probar el curado con un buen vaso de vino de la tierra en la Bodega Figueroa o en cualquier otra. Como también debéis probar las "pozas", aperitivo típico, pan relleno con tomate y otros elementos dados a la improvisación en El Púa; las gambas al ajillo, algo escasas o demasiado elevadas de precio, pero ricas, en el Bar Rincón Casa Castillo de la Plaza Mayor. Mis recomendaciones para comer son El Bolsitas y La Cantina si lo hacéis de menú o en el Casinillo si lo queréis hacer a la carta. En cualquiera de los bares del pueblo tenéis asegurada unas buenas patatas chulas y la carne al desarreglo si estáis en economía de guerra.
Insisto en que no pretendo hacer un reportaje de viajes y que en este blog sólo os recomiendo lo que he hecho yo si me ha gustado, o descartar lugares que no están a la altura de mis lectores. Sirva este blog también para recomendar al Ayuntamiento de Colmenar de Oreja un plan con el que convencer a sus vecinos de que no usen tanto el coche, el volumen de circulación por sus calles es tan alto y tan innecesario que deben planteárselo. Tienen un pueblo maravilloso para pasear y a la vez hacer ejercicio. Tal y como hicimos nosotros: http://poblafm.com//2013/10/recorriendo-colmenar-de-oreja/