LOS TARAHIS

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La abuela hacía paellas en una cochera y sus hijos José y Ana las bajaban por la rambla para venderlas en un chiringuito hecho con unas planchas de metal. Esas planchas fueron lo último que trajeron de Bilbao antes de abandonar sus aventuras en los Altos Hornos vizcaínos y regresar a la tierra de sus ancestros. La familia Carrique lleva haciendo y sirviendo comidas desde 1981 en uno de mis lugares preferidos de Cabo de Gata, Agua Amarga.

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La abuela hacía paellas en una cochera y sus hijos José y Ana las bajaban por la rambla para venderlas en un chiringuito hecho con planchas de metal. Esas planchas fueron lo último que trajeron de Bilbao antes de abandonar sus aventuras en los Altos Hornos vizcaínos y regresar a la tierra de sus ancestros. La familia Carrique lleva haciendo y sirviendo comidas desde 1981 en uno de mis lugares preferidos del Cabo de Gata, Agua Amarga. A pesar de ser uno de los sitios más frecuentados del parque natural, la pedanía y su entorno siguen manteniendo el encanto que buscamos en esta tierra árida, dura, agreste pero extremadamente hermosa. El blanco de las casas, la escasa altura de las edificaciones ancladas en el marrón grisáceo de su costa y el azul, marino de verdad, de sus aguas lo convierten en mágico.

Los Tarahis son árboles africanos que hace décadas llenaban la playa de Agua Amarga, ahora solo quedan los que flanquean el chiringuito al que dan nombre.

A las paellas de la abuela siguieron los pescados que cocinaban para los muy contados viajeros que llegaban hasta allí. Los pequeños pesqueros fondeaban en la costa para que los escasos vecinos y turistas seleccionaran las piezas recién pescadas que acabarían en las brasas del chiringuito. Me contó José Carrique que en esa época había muy pocas casas, que la playa estaba llena de tarahis, un árbol africano, que le sirvió para dar nombre a su quiosco de comidas y que eran muy pocas las personas que llegaban hasta allí. Arenas vírgenes en un lugar que solo había servido para que los cargueros, con destino al Reino Unido, llenaran sus bodegas. Hierro extraído en Sierra Alhamilla y transportado hasta el cargadero, todavía visible, en vagonetas. El “Bartolo” en 1942 fue el último barco que fondeó en Agua Amarga ( Historia del Bartolo )

Al final de la playa todavía se aprecia el cargador de barcos que dejó de utilizarse en 1942 

En 1991 el chiringuito de latón se convirtió en lo que es ahora mismo, una casa de comidas a cien metros del azul del mar. Arroces, pescados, mariscos, postres caseros… un lujo gastronómico en bañador. Un servicio cercano al cliente, con especial esmero en que ninguna mesa esté desatendida más de diez minutos. Si el año es impar os encontraréis en la cocina a María haciendo arroces, Leire demostrando su escuela vasca en la innovación del resto de la carta y a Nono atendiendo las mesas con todo el encanto que puede y os aseguro que es mucho.

Si el año es par será Ana, la otra hermana Carrique, la responsable del Restaurante Los Tarahis . Una forma más que inteligente de solucionar problemas en una sociedad entre hermanos sin que esa sociedad desaparezca. Y como he estado en años pares e impares puedo ser sincero, tanto José como Ana mantienen una línea similar en cuanto a la calidad de los platos. Y qué hacen los hermanos el año que no les toca deleitar a los comensales. También hay respuesta; gestionar el hotel Las Calas en la misma Playa de Agua Amarga.

Espero que alguno llegue hasta aquí ¡Buen provecho!