MENORCA, LA ISLA DE LAS PIEDRAS

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Sirvan estas líneas para homenajear a la tierra que ha hecho con sus paisajes y virtudes que durante unos días haya podido desarmar al batallón de puñales que atormentan personal y profesionalmente mi cabeza y corazón durante los últimos meses.

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Te pido perdón tú que eres mi paño de lágrimas, mi Kamchatka, por haberte tenido abandonado tanto tiempo pero es difícil sentarse delante de ti a escribir cuando uno ha dejado de saber quién es y hacia dónde va.

No pretendo ofrecer una guía, ni hacer un reportaje de viajes, sino simplemente hacer una 'caldereta' de sensaciones, sabores, olores y colores de los lugares que me han encandilado durante dos semanas en este, como diría mi hermano Carlos Rodríguez, Paraíso del Mediterráneo.
He vuelto a emborronar mi Cuaderno de Viaje con notas más o menos enlazadas de mis aventuras y pocas desventuras por Menorca que quiero trasladar a este blog por si a algún lector le sirve de referencia el día que visite estas tierras.

La mejor forma de familiarizarse con el entorno es el contacto directo con la gente que habita el lugar. Esta vez no dejamos pasar la indicación de venta de quesos artesanos y pocos kilómetros pasado Alaior paramos en la Granja Binilluvet para aprovisionarnos de los diferentes quesos de Maó, curados, semis, tiernos y  uno de oveja que fabricaban en una granja amiga que era sencillamente un regalo del cielo. Por supuesto que arramplamos con sobrasadas y  carnixulla, embutidos típicos de Menorca.


Las Puertas de la Isla


Para los urbanitas como yo que necesitan su dosis de café y de unas cañas tapeadas cada tres días de medio rural y 'calero' Maó y Ciutadella se convierten en los oasis de esta isla . Dos pueblos perfectamente cuidados, con dos puertos naturales que unen Menorca con los problemas y que invitan a los que los pasean a sentarse en sus terrazas y restaurantes mandando al garete la presunción de clavada. Antagónicas geográficamente como Santiago de Cuba y La Habana nos muestran dos cascos históricos sumamente bellos y cuidados. Fue un placer recorrer Ciutadella veinticinco años después desde el Born hasta el Molí pudiendo degustar de noche y de día lo que las Fiestas de San Joan y la Pomada no me dejaron en mi primer viaje.
Bendita Pomada, cuya receta recibí de manos de una autóctona:
Isleña: 
-Nunca he probado la Pomada embotellada y mi recomendación es que no lo hagas.
Yo:
-Venga, te escucho
Isleña:
- Ingredientes; Gin Xoriguer y refresco de limón, pero no cualquiera, tiene que ser Kas. 
Yo: ¿?
Isleña:
Sí sólo con Kas, es que no hay discusión. Mezclas dos partes de ginebra con cuatro de limón y lo metes en el congelador hasta que consigas que esté casi granizado y a disfrutar.

Lo puse en práctica , aunque como ya sabéis que soy un cocinillas en el segundo perol que preparé puse un poco de azúcar y cáscara de límón y.... a soñar.

Volviendo a mis paseos por las dos ciudades, mis lugares preferidos se sitúan en el Mercat del Peix de Ciutadella, de verde y blanco, en la Plaza de la Libertad, haciendo honor al movimiento que recorrió Europa en 1868 y que convirtió un huerto de convento en el lugar que es hoy y que ha sido durante siglos, el punto de encuentro de los ciudadelanos. Si te apetece puedes comprar pescado fresco en los puestos para que te lo cocinen en alguno de los bares que rodean el Mercado.
Por lo que se refiere a Maó la Iglesia y Convento del Carmen levantándose sobre el maravilloso Puerto con su claustro, ahora convertido en mercado y que antes fue juzgado y prisión. Os recomiendo para hacer un alto en el camino, corto o largo,Can Vermut http://www.cometemenorca.com/can-vermut/ y que probéis el 'de la casa' que da nombre a la taberna. Las ensaimadas y cocas yo las degusté en el Forn de C'an Diego  de Ciutadella (Plaza deArtrutx,13), exquisitas, pero creo que no es difícil que tú querido lector hagas otros descubrimientos.

Las calas

Se podría organizar un seminario para estudiar todo el repertorio de calas, caletas, playas, con acceso por tierra, por mar, por aire, con arena blanca, naranja, de piedra, sin piedra... No es el objeto de esta narración. Os contaré las que me han gustado para que las disfrutéis si las medusas os dejan, si no lo hacen un remedio para matar el tiempo es proveerse de un palo con red e intentar ponerlas en riesgo de extinción. Nuestro récord estuvo en diecisiete aguamalas pasadas por la piedra. He sabido tarde que se hacen hasta Gin Tonic con ellas.

Como si de una competición se tratara, en tercer lugar, en el norte de la Isla, cerca de la Playa de Binimel- y Fornell, altamente recomendables... La platja de Cavalleria, más de seiscientos metros de arenal escoltados por rocas de color rojizo en los que untarse el cuerpo con arcilla, dicen que bueno para la salud, pero complicada de quitar hasta bañándose. Los colores azul, cobrizo, amarillo y verde en un día soleado convierten Cavalleria en un capricho para la vista.

platja de Cavalleria

Medalla de plata para Cala en Turqueta  (la de mis encuentros, Carlos Miguel compañero y amigo y un espectador culé de Futboleros) teniendo además el aliciente de tener a media y una hora caminando las calas de Macarella y Macarelleta, otras dos joyas de la isla.
Sí, el azul es turquesa, sí, es una de las playas naturales mejor conservadas de Menorca, sí, sus arenas son doradas y finas y sí, sus acantilados están  plagados de vegetación. Todo ello la convierten en una playa de imposible acceso salvo que madrugues muchísimo o vayas, como en nuestro caso por la tarde.

Cala en Turqueta

Y de winner is: Cala Mitjana, baño al anochecer prácticamente solos en un paraje que es impensable que exista a una hora y media de Madrid. El agua fría, transparente, reparadora, limpiadora de cuerpos y almas y más si el baño es desnudo. Puesta de sol, el olor de los pinares, las caricias de la arena, la música que llega desde una barraca de 'colgaos' que parecen haberse afincado allí. Un baño con tu hijo de diez años que quiere vivir su primera gran experiencia de niño mayor y nadar en busca de unas cuevas con mil secretos dentro. Momentos compartidos con tus mejores amigos... Sí medalla de oro para Cala Mitjana no sólo por su belleza sino por el atardecer y las sensaciones que nos regaló.

Cala Mitjana

Menorca es la Isla de las Piedras, como un rompecabezas miles de tancas o parcelas separadas por murallas de piedra hacen que su paisaje sea único. Kilómetros y kilómetros de pastos, cultivos y bosque mediterráneo salpicados por el blanco de las granjas y de sus pueblos, Alaior, Es Mercadal, Ferreries o Fornell. Piedras y más piedras marcando los caminos a recorrer durante siglos de Pared Seca, llamada así porque el payés no utiliza ningún material para fijar los pedruscos que previamente ha sacado de los campos. Naturaleza, agricultura, paisaje y desarrollo, salvo en el caso de Cala Galdana o Son Bou en una armonía que da sosiego y calma, nada es estridente en Menorca, todo es relax para el cuerpo y la mente. Algo que experimenté en muchos momentos, pero especialmente en el baño matutino en la aguas limpias y frías del puerto del pueblecito de Fornel al abrigo de su iglesia y calles encaladas con el sol rozando mi piel mientras flotaba a la deriva.