Navalcarnero 0-2 Fuenlabrada

El Fuenlabrada apuntilla al Navalcarnero y continúa su lucha por el liderato

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Randy y Juanma anotaron los goles del conjunto de Mere Hermoso en un Mariano González que es consciente de su destino desde hace semanas.

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Los días pasan despacio en el Mariano González. El Navalcarnero conoce su cruel destino desde hace semanas. Los partidos, de aquí a que llegue junio, se han convertido en una tortura. Demasiado dolorosa, demasiado lenta. Y más cuando se asoman rivales como el Fuenlabrada, afianzado en lo alto de la tabla, inmerso en una lucha feroz por la primera plaza junto al Atlético B, la Ponferradina y la Cultural.

Sin Cedric, principal arma ofensiva del Fuenla –máximo goleador a pesar de llevar varias jornadas lesionado-, Mere Hermoso ha entregado las llaves del equipo a Randy. Calidad y físico en un jugador al que la categoría, quizá, se le queda pequeña. En verano tendrá pretendientes. En plural. Demostró su clase con un golazo que dejó al feudo rojiblanco helado, y no precisamente por la tarde invernal. Controló en la frontal con el pecho y la pegó de volea allá donde Héctor Pizana jamás podría llegar.

El acoso era constante. El Navalcarnero, que no firmó ni un solo disparo en la primera mitad, vivía de la pelea constante de Juan Esnáider en ataque. Batallas casi siempre perdidas. Los centrales, Juanma y Sotillos, despejaba cada balón aéreo como el que come pipas sentado en un banco. Sin mucho esfuerzo. Hugo Fraile y José Fran penetraban por las bandas como cuchillos y torturaban a los laterales del conjunto de José Portillo, que presenció el encuentro en la grada tras su expulsión la pasada jornada.

Y precisamente fue Juanma quien firmó el segundo. Hugo Fraile puso un centro inmaculado desde la derecha y el central remató a la escuadra, haciendo inútil el vuelo de Héctor. Los cerca de cien aficionados del Fuenlabrada desplazados celebraban en el fondo mientras el resto del estadio se resignaba.

La lesión de Joaquín Cerdá, ausente desde hace ya varios meses, ha convertido el ataque navalcarnereño en un desierto. Biel Ribas apenas se vio obligado a despejar en un par de aproximaciones sin peligro alguno. Una tarde muy plácida la suya. Al contrario que la de Héctor, que evitó la goleada en varias intervenciones de mucho mérito.  A falta de seis jornadas para el final de la liga, el Navalcarnero recibió la puntilla que le envía a Tercera División, a pesar de que las matemáticas todavía digan lo contrario.