Getafe 2-0 Levante

Bailar al líder

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Ni el Getafe es Freud ni el Levante el padre, aunque nunca se sabe. Antes de iniciar la jornada, el primero no acumulaba tres partidos sin recibir goles desde octubre y el segundo no sabía lo que era perder un golaveraje particular. Eran nueve las jornadas que llevaba el líder sin perder un partido, eran muchas semanas las que llevaban los azulones sin convencer; todo eso se acabó. Es curiosa, aunque si lo piensas no tanto, la facilidad con la que cambian una y otra dinámica: teniendo enfrente a un equipo que sabe que, aun perdiendo todo lo que le queda, sube a Primera, se encuentra una razón. El Levante, por duro que parezca, ha llegado a un momento en el que el resultado le da igual: ya ha triunfado.

No obstante, el Getafe lo hizo muy bien. Decidió recibir al Levante con toda la cordialidad que Pazos atesora en la mítica escena de ‘Airbag’: primero dar la enhorabuena para seguidamente avisar de que lo mejor es llevarse bien, porque si no van a haber hondonadas de hostias. No hizo falta, porque a los granotas, como a cualquier vencedor proclamado, no le interesa la guerra. Eso y que los azulones tienen un líder que es profesional, muy profesional.

Por qué ganó el Geta con tal facilidad se explica en dos sencillos pasos: porque fue mejor y porque tiene al mejor, de nombre Jorge Molina. El 19, delantero por convencionalismo y deidad por merecimiento, adelantó al equipo con un golazo después de quedarse a un paso de anotar otro sacando una ocasión de la nada. Pasadas las jornadas, su especialidad se ha convertido en levantar a los aficionados del asiento. Tras su gran gol le dio medio a Portillo para poner el segundo antes del descanso. En media hora, Molina puso de manifiesto ante el líder que en el Coliseum no hay más reino que el suyo. Y oye, que no se cansa.

Llegó el descanso, pasaron los minutos, el Levante no necesitó despeinarse para tener sus ocasiones y acabó un encuentro en el que cada uno se va feliz por lo suyo: el Getafe suma tres puntos más en su camino por volver y al Levante le falta una jornada menos para recuperar la Primera. Los azulones se encomiendan al Coliseum, que no ve una derrota desde la llegada de Bordalás: saber que si ganando todo lo que te queda en casa tienes mucho camino recorrido por recuperar lo perdido da una gran tranquilidad. El sosiego del resultado permite despedir al Levante hasta la temporada que viene. Porque soñar sigue siendo gratis.

Soñar es primavera, época en la que el asiduo al Coliseum se empieza a quitar capas de ropa que no sabía ni que tenía. Coincide el momento en el que recuerdas que puedes ir al fútbol luciendo la camiseta de tu equipo, en la que resurgen la pena, la alegría y el sufrimiento para adueñarse de la fría calma. Es ahora, justo en este momento, donde uno empieza a hacer recuento y a intentar adivinar definiciones. Es ahora donde surge el pensamiento de que el Getafe es una ecuación en la que, tras despejar la X y la Y, aparece el 19, quien a todo le da sentido. Cuando uno se pregunta quién es, en realidad, Jorge Molina. Cuando uno se responde que, tras 33 jornadas, sinceramente no es capaz de decir qué es Jorge Molina, si no todo. 

En esta ocasión, como en la de Pazos y casi cualquier película, ganaron los malos, que son los buenos. Y el mejor cedió ante el que estaba inmerso en un mar de dudas, que decidió convencer en el día que se antojaba más difícil. Uno de los partidos más tranquilos del año del Getafe llegó ante el que, a falta de nueve jornadas, es equipo de Primera División. Eso no hay dios que lo rebata; como que al Getafe, a estas alturas,  no le quedan pronosticadores vivos. El fútbol tiene sus cosas, que nunca entenderemos.