Dinámicas

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jorge molina

Salvo honrosas excepciones, como perder contra el colista después de seis partidos consecutivos sin conocer la derrota, está este Getafe instalándose en una dinámica de la que luego, por más que se quiera, se va complicando el salir: la de contar los partidos por victorias. Cinco en nueve partidos son las que acumulan ya los azulones desde la llegada de Bordalás, que han puntuado en tres de los otros cuatro partidos. Hoy también, claro. Un contundente 1-3 que sirve para que los madrileños se sitúen, por primera vez en tres meses de competición, en puestos de promoción a la Liga Santander. Son estas rachas las que le hacen a uno plantearse cosas, que es una fea costumbre que te puede llevar a conclusiones desesperadas: todavía acabará la temporada y ahí seguirá el Getafe. Peor aún; llegará la última jornada y el Getafe ya habrá ascendido, y ni partidos de playoff ni nada. Porque hoy en día es un gusto ver jugar a los de Bordalás, un entrenador que ha conseguido un equipo compacto y competitivo como hay pocos en la categoría. Lo que primero se deseó y después se intuyó es algo que ya se puede afirmar: es muy difícil ganarle a este Getafe.

Hoy ha sido el turno del Córdoba, que empezó controlando el partido y acabó con la afición descontrolada, pidiendo la cabeza del presidente, el entrenador y hasta del utillero si hubiera asomado por el banquillo. Donde el Getafe antes ponía la tirita pone ahora la estocada. Primero tantea el terreno, después lo asegura y, a partir de ahí, espera el olor a sangre. Y en Segunda División, el más mínimo error es sangre. Por eso de nada les sirvió a los locales el dominio que tuvieron durante la mitad de la primera parte, porque el Getafe no comete fallos. Cuando crees que estás dominando a este Getafe, es el Getafe el que verdaderamente está decidiendo lo que pasa, a qué se juega.

Pese a que fue el Córdoba quien dispuso de la primera ocasión real de peligro con un disparo de Alfaro que el palo echó fuera, fue el Getafe quien golpeó primero. Tras un aviso de libre directo de Damián Suárez, Pacheco colgó en el minuto 25 una falta al área que la defensa local despejó a la cabeza de Álvaro Jiménez, que volvió a meterla al barullo. Gorosito  ganó la posición a Bijimine y solo tuvo que empujarla. A partir de ahí fue creciendo el Getafe, que a base de jugadas de estrategia y balones a Jorge Molina iba acechando cada vez más la portería rival. Fue con eso, con las líneas bien juntas y cierto peligro a balón parado, con lo que le bastó al Getafe para llegar con ventaja al descanso.

La reanudación no fue otra cosa que una exhibición de Jorge Molina. El delantero ganó todos los balones que le llegaron, dibujó todos los desmarques del manual del 9 y remató la faena de la única forma posible: en el minuto 52, Damián Suárez roba en área propia y se quita el balón de encima antes de meterse en líos; Molina, que había bajado al centro del campo, lo peina para dejar en ventaja a Portillo, que cruza el campo con tres toques y vuelve a poner la pelota para que Molina, quién si no, la empalme a la escuadra sin dejarla caer. 0-2 y el Getafe jugando con un delantero años después. El 0-3, por supuesto, también tendría el sello del alicantino, que después de un desmarque perfecto a la espalda de la defensa cordobesa cruzaba el balón para que Facundo la empujase sin portero. Poco pudo hacer el Córdoba ante esta tormenta perfecta, más allá de recortar distancias con un disparo de Pedro Ríos desde fuera del área.

Llegados a este punto, y con el Sevilla Atlético (tercero en la clasificación) en el horizonte, cabría ilusionarse con la posibilidad de que esta racha no acabase hasta, por ejemplo, la jornada 42. Dijo Quincy Jones:  “En mi casa comíamos ratas porque mi abuelo sabía cómo prepararlas. Pero sobre todo comíamos ratas porque era lo único que había de comer”. Quizás para entonces haya cualquier jugador del Getafe declarando “ganábamos porque Bordalás sabía cómo prepararnos. Pero sobre todo ganábamos porque era lo único que podíamos hacer”.