El Alcorcón luce su orgullo
El Alcorcón ha conseguido una victoria vital frente al Rayo Vallecano en Santo Domingo, gracias a los tantos de Iván Alejo y de Víctor Pérez, 2-0.
Si la victoria frente al Real Oviedo fue una inyección de ilusión, la conseguida frente al Rayo es una bendita locura para continuar en la pelea por la salvación. Sí, el Alcorcón saltó por los aires en apenas tres minutos los esquemas de Míchel. Todo pasó en los últimos diez de partido, cuando el empate parecia la única vía de escape para salir de Santo Domingo. Fue precisamente en el minuto 80 cuando Iván Alejo hizo temblar los cimientos del estadio. Un cabezazo sirvió para desatascar un partido "correoso", y devolver la euforia a un público que tiene un único mandamiento, hasta el último minuto del último partido. Las sonrisas de los más fieles daban si es posible un azul y un amarillo más intenso a la grada. Una única vía compartida por un único sentimiento, servia para derrochar la rabia y la euforia que el fútbol le debía al Alcorcón.
El partido comenzó con el dominio de los hombres de Míchel. Nada más empezar, Álex Moreno ya correteaba por el área de Dmitrovic. Los vallecanos contaban con largas posesiones de balón, mientras que al Alcorcón le costaba un mundo salir de su área. Muy poco duraba el cuero sobre las botas de los alfareros. El Rayo apretaba y Fran Beltrán continuaba asustando sobre la meta alfarera. Ebert en un saque de falta obliga a Dmitrovic a dar lo mejor que tiene dentro de sí el serbio. Un gran golpeo de Ebert y una gran parada de Dmitrovic impidió que la lata se abriese. El Rayo dominaba pero resultaba poco efectivo ante el muro amarillo, y eran incapaces de llegar al área sembrando el pánico. Con las tablas en el marcador, ambos conjuntos enfilaron el túnel de vestuarios.
El Alcorcón no se conformaba con el empate. Los huecos estaban cerrados atrás pero había que dar un paso al frente si se quería anotar. Bellvís fue el siguiente y puso el balón sobre la olla, pero Pablo Pérez no llegó a rematar. Los alfareros empezaron a salir tímidamente de la cueva, pero siempre con un ojo atrás. El Rayo ni podía ni debía pisar área. Míchel fue entonces el que decidió dar un paso hacia delante con un doble cambio. Salieron sobre el terreno de juego Manucho y Miku, este último rechazado por el sector rayista, en lugar de Baena y Javi Guerra. Había que afinar y meter pólvora arriba. Velázquez también metió a Alejo por su banda habitual en lugar de Pablo Pérez. Nada más salir, Alejo se convirtió en el protagonista del encuentro. Logró rascar una amarilla para Amaya, un centro en el que Álvaro Giménez la tuvo muy cerca para anotar el primero, la locura del gol y su expulsión. Alejo marcó después de un sensacional cabezazo. Poco duró la sonrisa sobre el 17 alfarero cuando apenas dos minutos después vio la roja directa, tras una falta sobre Trashorras. El Alcorcón se puso por delante en el marcador, y tan solo 3 minutos después Víctor Pérez multiplicaba el marcador por dos.
El Alcorcón ha hecho su partido. Ha ganado. Felicitarles. Míchel (entrenador Rayo Vallecano)
La dura derrota frente al Cádiz hace dos jornadas provocaron lágrimas entre los más fieles, los que nunca fallan y lo dan todo. Se mascaba la tragedia cuando el abismo ante la condena de un descenso parecía más real que nunca. Hoy también se han visto lágrimas sobre el terreno de juego. Iván Alejo tras su expulsión enfiló el túnel de vestuarios hundido. Esas lágrimas hoy tienen un significado diferente, las de una afición que se ha ganado el derecho a soñar. Un derecho correspondido. Un derecho merecido. Julio Velázquez rabiaba en el palco. Julio Velázquez era un aficionado más, inquieto, nervioso, sufridor... Un Julio Velázquez que tras escuchar el final del partido se desató al bajar las escaleras con dos gritos; ¡¡VAMOS, VAMOS!!. Una afición que sigue creyendo.