Turbulencias en el Rayo Vallecano

El Rayo es "Presa" de una agonía

El equipo presidido por Raúl Martín Presa no atraviesa un buen momento

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La vuelta del Rayo Vallecano a Segunda División no está siendo fácil. Después de una primera vuelta nefasta en cuanto a juego, resultados y sensaciones, parece que el objetivo de pelear por el ascenso se ha esfumado. La sombra del descenso a Segunda División B sobrevuela por el triste escenario vallecano, que sin duda está viviendo sus horas más bajas.

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Los Planes de Ramón no salen. La suerte de la Baraja del Pipo tampoco llega. El Rayo es “Presa” de una agonía, de una muerte que ya se anunció hace tiempo pero nadie es capaz de anteponer el remedio a la enfermedad. La hemorragia que están sufriendo los 93 años de historia del club no encuentran torniquete. Camino de nueve meses desde el esperpento en Anoeta, desde la mayor mancha que ha sufrido la franja en mucho tiempo, con idénticos protagonistas que condenaron a Vallecas a Segunda División. Aquella grada que aplaudió pese a certificarse un descenso que se cocinó en San Sebastián, lejos de recuperar la sonrisa, se ha vuelto a ver pisoteada y humillada.

Los rayistas desde sus propios asientos y que además pagan su abono o entrada humildemente para ver jugar al equipo de sus amores, han tenido que ver como la sangría iba en aumento, como Gazzaniga tenía encontronazos hacia su afición, y como Adrián Embarba se llevaba la mano detrás de la oreja señalando a su propia grada después de que el Sevilla Atlético inocentemente evitase la derrota del Rayo. Este año ha sido de lecciones, día tras día. Los rayistas han tenido que olvidarse del ascenso y saber coquetear de nuevo con el descenso. La parte baja es una realidad, el ascenso fue otra cortina de humo de un equipo que es incapaz de encadenar dos victorias consecutivas. Si no se gana no pasa nada, hay que mantener la calma porque para eso está Rubén Baraja, para mandar un mensaje de motivación a la afición después de conseguir tres empates consecutivos; “es verdad que no hemos ganado, pero tampoco hemos perdido”.

El esperpento continúa aún en Segunda División. Cuando la Plataforma ADRV tenía un viaje organizado para el encuentro frente al Valladolid desde inicios de enero, el club decidió hacer una contraoferta pocos días antes del partido con un precio sensiblemente menor. Las aguas no están para nada tranquilas en el seno de Raúl Martín Presa. La tremenda inundación que sufre el Rayo como institución también afecta al Estadio y a su lamentable situación donde conviven a la par goteras con cables eléctricos. Cada vez resulta más difícil achicar el agua, el margen de maniobra es menor y la incertidumbre va en aumento.

La columna vertebral de la última temporada de aquel Rayo de Paco Jémez sigue siendo la misma. Nadie desfila por la Avenida de la Albufera en un equipo que no tiene ni motor, ni alma para sacar la situación adelante. Plantilla envejecida, larga y con contratos prolongados se camuflan detrás de una elástica franjirroja. Plantilla que por cierto no funciona. Tras la salida cantada de José Ramón Sandoval, le tocó el turno a Rubén Baraja para sacar la situación adelante. Al ‘Pipo’ se le encomendó una tarea casi imposible, y más cuando su único contrato como entrenador se limita a un solo mandato en el Elche.

Este Rayo no toca fondo, cada día las cosas se complican más y la situación es insostenible en Vallecas. El día 31 de enero se iba a poner fin al mercado invernal y también se puso fin a la esperanza de Baraja. El técnico había advertido que no le gusta el ‘overbooking’ que tenía la plantilla del Rayo. Era el momento de cambiar piezas y mover fichas, de hacer un lavado de imagen y cumplir con los deseos del entrenador, para al menos, intentar remontar el vuelo. Raúl Martín Presa cierra fronteras y de nuevo se desoyen las peticiones que desde el banquillo reclaman. Piti, Zuculini y Mojica han sido los únicos en recoger sus cosas de las taquillas de Vallecas y cerrar la puerta por fuera. Presa no concedió el deseo a Baraja y la cuerda cada vez está más tensa.

Lejos de apaciguar los ánimos y para terminar de desatar la ira y la furia, poco antes del cierre del mercado invernal estalla un fichaje que ya estaba rondando toda la tarde. Se hizo oficial la llegada de Roman Zozulya, e inmediatamente la Plataforma ADRV sacó un comunicado calificando al nuevo inquilino como; “un reconocido neonazi. El jugador (Zozulya) ha empuñado armas, ha donado dinero a los batallones fascistas”. La tensión iba en aumento y el club se vio obligado a sacar una carta firmada por el jugador, explicando que; “no está vinculado ni apoya a ningún grupo paramilitar ni neonazi”.

La llama está encendida en Vallecas. Los resultados no acompañan y la afición ya no se cree que el objetivo sea el ascenso, cuando la única escapatoria es un nuevo descenso a Segunda B. El Rayo está agonizando y hay que hacer algo para salvarlo.