El Getafe arranca en Segunda
Ganar. Cinco letras, tres puntos, ocho meses y un día. La primera victoria del Getafe en casa desde enero está en la incubadora pero ha nacido sana, que no quiere decir que no le haya costado salir. Ha sido también la primera en este inicio de temporada con un Oviedo pobre como testigo y víctima. Se encontraron los de Hierro con un gol tempranero que guardaron a buen recaudo hasta que los locales, concretamente tras el descanso, se dieron cuenta que para no perder hay que intentarlo. Parecía que no llegaría nunca, pero ya tiene el Geta su primera victoria. Será que quitándose ese peso de encima romperá a jugar o, tirando de imaginación, se acostumbrará a la victoria. Aunque también puede que no.
La historia del partido se comenzó a escribir con un once local más que extraño. La novedosa alineación de Esnáider, más que una revolución, fue un harakiri con final feliz. Nadie salvo él entendía la suplencia de Guaita, más incomprensible si cabe cuando Alberto facilitó un gol en el primer disparo que recibía. Lacen no estaba últimamente bien, pero su entrada en la segunda parte vino a decirnos que tiene que estar porque es diferente y hace diferente al equipo. De lo de volver a sacar de inicio al desaparecido Facundo para sentarlo en el descanso uno imagina que habrá sacado sus conclusiones. Sus motivos tendría el míster argentino, pero da la sensación de que se pegó un tiro en el pie del que finalmente salió ileso gracias al cambio de actitud de su equipo tras un primer tiempo terrorífico. Aquí es mucho más importante la actitud que la aptitud.
Fue un encuentro de nombres propios. Como Jorge Molina, que hizo algo tan sencillo como olvidado: dignificar su camiseta a base de empaparla de sudor. Tan bueno fue su partido que dejó en anecdótico el hecho de que el golazo de la victoria llevara su firma. Tiene el mecanismo del delantero metido en su ADN: cuerpea, aguanta, juega de espaldas, se gira, se desmarca y cuando el rival se ha cansado de darle palos, le vacuna con un gol. Sensacional él, fantástico su asistente; Álvaro Jiménez ha firmado el decreto que anuncia que es titular en este equipo. Y de paso le ha demostrado a Facundo cómo hay que hacer las cosas pegado a la cal, que resulta ser justo lo contrario de lo que hace el argentino. De Argentina es el central que vino de Catamarca para amargar el día a Michu y Toché, cuyos centímetros de más no son nada delante de un animal enfurecido. Vendrán más atacantes, que se los comerá el Cata.
Remontando a falta de cinco minutos del final, terminando con un jugador menos por expulsión de Molinero y escupiendo el palo el empate asturiano en el último suspiro, el Getafe ha vuelto a ganar. Para qué hacerlo fácil. Entre el 17 de enero y el 18 de septiembre el conjunto azulón ha jugado once partidos en casa como el país ha sufrido dos investiduras: fallidos y sin resultado positivo. Parecía que era ayer cuando el Geta ganó su último partido en el Coliseum; de ayer hace ocho meses, concretamente. Hay resacas que duran menos, sí.
Ahora calma, a disfrutar de la criatura y que crezca sana y fuerte. Será bautizada como Victoria.
Imagen de portada cedida por el Getafe CF.