El Getafe redescubre la Segunda División

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El Getafe empata ante el Numancia en la vuelta de la Segunda División al Coliseum
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No sé si es el Getafe el que no se acordaba de la Segunda o es la Segunda la que había olvidado al Getafe, pero su reencuentro ha sido lo más parecido a eso: la típica segunda vez que encaras con el paisaje del recuerdo y en la que al final, corazón aparte, ocurre lo menos imprevisible. Un empate a cero como radiografía de lo que pudo ser y nunca volverá; no pierdes tú, no pierdo yo, y al final no gana nadie. Lleva el Geta dos jornadas instalado ahí, en ese lugar al que pensaba no iba a volver, y todavía no ha ganado. Pero que no se alarme nadie, que tampoco conoce la derrota.

En estos trece años sin verse han cambiado mucho los dos. Como hay cosas para las que siempre seremos conservadores, haremos como que no ha pasado nada. Como para otras siempre seremos unos clásicos, esperemos que la posmodernidad imperante sepa perdonar que aquí se siga llamando a las cosas por su nombre; es decir, Segunda a la Segunda División, sin ánimo de ofender a quienes se aferran al criterio de referirse a la categoría de plata con ese aire de mítico concurso televisivo. Si bien es cierto que en el fondo puede tener su sentido: tacañones no le faltan.

Volviendo al fútbol, si se le puede denominar así, lo del estreno del Coliseum en la nueva categoría fue tan aburrido que, si no fuera por el rival, muchos habrían pensado que el Getafe seguía en la nada de Primera. Quien se creyera que, al descender, su equipo dejaría de ser cola de león para automáticamente convertirse en cabeza de ratón y con esas empezar a jugar, divertir y ganar con comodidad, no ha tardado ni una semana en descubrir la cruda realidad. Esto es la Segunda: difícil, indigesta, dura. Y el Geta se encontró la estrategia que, salvo sorpresa, va a tener enfrente habitualmente en los partidos en casa: no tengo prisa, aquí te espero, qué rico sabe el empate. Por eso el Numancia sacó lo que venía buscando; puntuar en campo ajeno en esta categoría cotiza muy al alza. Sin paciencia aquí no suma nadie.

No obstante, se le vieron cositas a este nuevo Getafe. De las pocas lecturas honestas que se pueden hacer en agosto, cabe rescatar una: parece que hay columna vertebral para armar el equipo. Guaita, Cata, Lacen, Pacheco; si el cierre del mercado y las lesiones lo permiten, sobre estos cuatro nombres se puede construir algo bueno y resistente. Con este cuarteto, el resto es negociable. El primero sigue parando, el segundo les sigue parando, el tercero sigue comandando y el cuarto no sigue porque es nuevo, pero empieza a ilusionar con el fútbol que se le cae de las botas. Dani Pacheco es de esos pocos futbolistas con el don de ser capaz de empezar y terminar la misma jugada. Un creador en Getafe, qué alegría.

Las jornadas dirán si Dani sigue levantando a los aficionados de sus asientos, si Facundo aprovecha esa velocidad para hacer daño, si algún delantero vuelve a golear en el Getafe. Por ahora los de Esnáider, con dos empates en dos partidos, han vuelto a descubrir a una vieja conocida que pensaban olvidada. Nadie dijo que fuera fácil, y quien lo hubiera soñado ya ha despertado. Así de intransigente es esta Segunda, trinchera en la que no hay favoritos, donde casi más importante que acostumbrarse a ganar es hacerlo a no perder. Van sólo dos pasos, quedan al menos cuarenta. Qué largo es el camino cuando ansías el final.