La vida en un empate
Alguien le dijo al Getafe que en el fútbol lo ideal es ir de tres en tres y el Getafe se lo ha tomado al pie de la letra: hoy, día tres del mes tres por tres, ha completado tres partidos en los que ha conseguido tres empates para sumar tres puntos. Los más exigentes dirán que por qué no gana; bastante más entretenido por original es ponerse a hacer matemáticas en lugar de meter goles en la portería rival. No es una mera anécdota numérica, es algo más, a modo de moraleja: más que fútbol, esto se ha convertido en un pasatiempo veraniego.
El tercer agraciado con el empate azulón ha sido el Reus, que hace no más de unos meses competía con el Barça B mientras los getafenses corrían detrás de Messi, Neymar y cía. Tan alejados ayer, hoy ambos equipos han empatado como dos completos desconocidos se dan la mano la primera vez que se ven. Ha estado cerca de comerse el pez chico al grande, que ha sabido reaccionar al verse por detrás en el marcador tras un imprudente penalti cometido por Gorosito. Se han encontrado los azulones a un rival mejor que el Numancia hace una semana, han jugado mejor que ante el Numancia hace una semana y han vuelto a caer en la trampa: tres de tres.
Asfixiado por el calor o enredado en la partida de ajedrez continua que es la Segunda, lo cierto es que el Getafe no termina de adaptarse. Ello a pesar de un inconmensurable Cata Díaz, a cuya primera parte no le llegan las palabras: hay que verla para poder entender el tamaño de su exhibición. El argentino no cumple años, se los come. Otro viejo rockero, Jorge Molina, ya tiene la primera muesca en su revólver tras fabricarse un gol que vale un punto. Pudieron ser tres si Yoda, al que le falta una buena puesta a punto en su forma física, hubiera tenido un poco más de puntería cara a la portería rival. También podría haberse llevado mayor botín el Reus, que remató al larguero en la primera mitad y siempre llevó peligro en las contras, así que el resultado parece razonablemente justo.
Es difícil saber por dónde va a salir este nuevo Getafe, pero su inicio de temporada está siendo de lo más abstracto. La trampa del empate reside en que se hace bueno con la victoria y malo con la derrota. Por indefinición, acaso miedo, el Geta aún no sabe si bien o mal. Está en regular, con claras aspiraciones a subir o bajar según sucedan los próximos acontecimientos. Lo peligroso es que al empate, como a la vida, le sienta mal el paso del tiempo: o sales de él o te ahogas en su laberinto.
El Getafe lo sabe, y a lo mejor es esa ansiedad la que le está afectando. Pero esto es tan largo que sin paciencia no se llega ni a la vuelta de la esquina. Está bien no perder, pero llega un punto en el que hay que empezar a pensar en ganar. Mientras tanto, a falta de victorias, Cata Díaz.