Abraham García: “La Segoviana suena distinto al resto”
En 2013, tras ascender al Toledo a 2ª B, Abraham García (Madrid, 1974) se vio obligado a buscar salidas, trabajo, equipos, más allá de eso que hoy a muchos les gusta llamar zona de confort. Es noviembre y García pone rumbo a China, para empezar su aventura en el Ningxia Helanshan, un equipo de las categorías inferiores que busca en pocos años asentarse entre los mejores del fútbol del país.
Dos años y medio después de ese viaje, experiencia de Hong Kong añadida, estamos sentados en un bar al lado del Cerro del Espino, en Majadahonda. Lugares que conoce perfectamente el técnico madrileño, tanto la ciudad, donde vive, como las instalaciones deportivas. Es un día de mediados de julio de 2016 y Abraham García está a pocas horas de estrenarse como entrenador de la Gimnástica Segoviana, club del Grupo VIII de la Tercera División, un histórico del fútbol modesto al que desde hace un lustro se le resiste el ascenso debido y soñado a la Segunda B.
García es hijo del malogrado Juan José García Santos, el entrenador que llevó al Castilla hasta la final de la Copa del Rey de 1980 y que perdió la vida en León tras poner a la Cultural Leonesa en 2ºB, un día de mayo de 1987. Como futbolista, Juanjo defendió en un momento de su carrera el escudo de la Segoviana.
Pero Abraham García, mente inquieta que nunca para de pensar y de pensar, también tiene su propio camino, el que le señala como el hombre que descubrió a Fernando Torres, que trabajó en las categorías inferiores del Atlético de Madrid y del Real Madrid, que disfrutó y sufrió en Asia casi a partes iguales, y que volvía a España hace un par de meses para recuperar su esencia. “A veces, cuando estás tanto tiempo fuera, no te das cuentas de si eres realmente tú”, me comenta bajo el sol abrasador que se intenta colar por los toldos de la terraza del Santino, desde donde casi se puede oler el césped recién regado del Cerro del Espino.
La Segoviana, que militó por última vez en 2ª B en la 2011/12, le echaba el lazo recién estrenado el verano, en su enésimo intento de salir de la Tercera División, y que se había visto frustrado en última instancia en una mala tarde en La Albuera ante un equipo tremendamente inferior. Superado el shock de estar otro año en Tercera, la parroquia segoviana recuperó el ánimo al saber quién se iba a sentar en el banquillo de su equipo para la 2016/17. Público exigente pero agradecido cuando hay esfuerzo, la afición blaugrana pide el ascenso y Abraham García lo sabe.
¿Por qué la Segoviana?
Es muy fácil. A nivel personal necesitaba acercarme a mi núcleo, a mi hábitat, del que llevo unos años fuera. Ya sé lo que es salir de la zona de confort, como así lo llama la gente y lo que necesitaba ahora era volver a ella. Quería volver a Madrid y dedicar mucho tiempo a mi familia, amigos y a mí también y como lo que me apasiona es entrenar, me puse a buscar dónde hacerlo. Tuve un par de ofertas de equipos fuera de aquí, pero lo rechacé porque en este momento es imprescindible que yo esté en mi casa. Entonces, por una casualidad, surgió la posibilidad de ir a Segovia y no me lo pensé.
¿Qué te sedujo de la Segoviana?
Reunía todo lo que en ese momento necesitaba, y necesito. Con respeto a todos los equipos, la Segoviana es un club que me permite seguir sintiéndome entrenador y que me suena diferente. Para los futboleros es un club que suena distinto al resto. Los que llevan el club son gente muy futbolera, muy normal, muy cercana. Me subí ese barco y empezó a fluir la química.
¿Cómo se produce el contacto con el club?
Corre por mi cuenta. Yo había ido a verlos alguna vez en otras ocasiones al campo, recuerdo también que jugaron unos playoffs contra el Sanse y aquí contra el Majadahonda. A todo esto, hay que unirle la figura de Roberto, capitán del equipo que se acaba de retirar y del que conozco de los días de Atlético de Madrid. Le comenté mi situación y le dije que preguntara al director deportivo si había opciones de entrenar y todo luego fluyó muy bien. Me consta que se valora mucho la labor de mi predecesor en el banquillo de la Segoviana, pero ellos tomaron una decisión y aquí estoy yo para buscar hacer un gran año.
Caparrós ha dicho que los títulos te dan prestigio y dinero y que está muy bien alzarlos, pero que lo que te aporta el fútbol de cantera es algo indescriptible, algo totalmente diferente. Tú pasaste como entrenador por las canteras del Madrid y del Atlético…
Entiendo a Joaquín. Me siento totalmente identificado con él porque es un entrenador que ha ‘pisado mucho barro’, ha hecho muchos kilómetros y sé de lo que habla. Cuando regresé a España hace unas semanas, una opción que me rondaba por la cabeza era coger otra vez un filial. Pero desgraciadamente, no hay muchos filiales y en Madrid menos. El de la cantera es un círculo donde yo me encuentro cómodo, porque conecta con esa labor pedagógica que no todos tienen.
Un poco padre, entrenador y profesor.
Efectivamente, un poco de todo. Esto es como la escuela. Seguramente el profesor que más te marcó fue el que más te exigió pero a la vez el que más te comprendió. En el fútbol de formación sucede parecido. Pero claro, lo que les dices les tiene que convencer y ayudar. Si eso pasa, el reconocimiento a tu labor llega. Mira, cuando firmé por la Segoviana me mandó un mensaje de felicitación Kiko Casilla. Un tío que está en el Madrid, en Primera División, que se acuerda de ti, te hace ilusión. Y como él, muchos otros con los que mantengo un contacto y una relación muy buena: Ignacio Camacho, Esteban Granero, José Callejón, Miguel Torres, Keko, Borja Valero, Álvaro Domínguez. Que todos ellos se acuerden de ti, te agradezcan tu trabajo, es la bomba.
Empezaste muy pronto como entrenador.
En el colegio, con 16 años. Yo lo tenía en casa, mi padre era el entrenador del Castilla que llegó a la final de la Copa del Rey de 1980. Luego falleció en León. Muchas veces, cuando te metes en este tinglado del fútbol, te das cuenta…
(Abraham busca las palabras para explicar lo que es sufrir con tu trabajo, lo que es perder un padre que tiene 41 años, lo que es la unión de esos dos conceptos).
Yo este año en Hong Kong lo he pasado mal, por circunstancias, he mantenido un sepulcral silencio, pero te puedo decir que sí, he sufrido.
¿Por asuntos personales?
No, no. El fútbol. No en todos los sitios te valoran. A veces las cosas acaban bien, otras mal. Mi padre falleció en León, con un ascenso y en unas circunstancias también complicadas. Todo aquello te ronda la cabeza, pero como tienes el veneno del fútbol metido dentro, sigues. Mi padre consiguió un ascenso en León, entrenó al Castilla y falleció muy pronto. Creo que dentro de mí hay ese veneno de hijo que quiere imitar al padre. Y enseguida me puse a entrenar como máxima meta. Hice la pretemporada como jugador con el Rayo Vallecano, pero a mí me gustaba jugar con los amigos del colegio, de los Escolapios de Pozuelo. Y dirigir equipos, entrenar, eso es a lo que le daba yo.
Me decías al principio de la charla que no dejas la mente tranquila ni un segundo.
Así soy yo. Me encanta estar maquinando siempre cosas, analizando situaciones de este deporte. Ahora he visto la Eurocopa y he estudiado si realmente el modelo de fútbol ha cambiado y se ha acabado aquello que nos vendieron de que para lograr el éxito había que tener la pelota. Eso recientemente, pero en general no paro de idear, de estudiar, de tratar de entender todo lo que pueda absorber del fútbol.
Fernando Torres…
(Le cambia la cara)
¿Cómo te va la etiqueta de ‘descubridor’ de Fernando Torres?
Yo estoy muy orgulloso de que se diga eso de mí, no te voy a mentir. Pero realmente quien ha alimentado esto, que se diga que yo lo descubrí, ha sido el propio Fernando. La gente me dice que nunca les he hablado de él, pero es que yo soy así. No me gusta hablar mucho de mis cosas. Con 23-24 años tuve la suerte de ser entrenador de Fernando, de serlo en un momento importante para él, tuve la suerte de ayudarle y tuve la suerte de que esa persona, por su forma de ser, de entender la vida y de jugar, es agradecida. Se me puso la piel de gallina, y no me importa reconocerlo, en esa charla para Fundela entre Fernando Torres y Carlos Matallanas y que se hizo tan viral. Ahí le dicen a Fernando que le mejor entrenador que tuvo quizá sea Luis (Aragonés). Pero Fernando dice: "Antes, Abraham, mi entrenador de juveniles". Estoy muy orgulloso de Fernando. Sabe perfectamente lo que quiere.
Lo que hizo Torres fue ir más allá, lo que pasa que Abraham, de nuevo tan reacio a sacar pecho, lo omite. Afortunadamente, está Youtube para refrescar esas frases. “Él fue el primero que me habló del otro fútbol. Un día me dijo que me centrara, que pensara bien las cosas, que no hiciera cagadas, porque era de la casa y si no ese año, al siguiente iba a jugar en Primera División”, relata en esa maravillosa pieza Fernando Torres.
Has tenido muchísimo contacto con el fútbol de elite, pero tu vida ha sido casi siempre el fútbol modesto, la cantera.
Siempre he intentado descubrir cuál era el camino. Llamando a las puertas, con la receta permanente de la entrega total. Ahora vengo de una campaña de entrenar al máximo nivel, al máximo nivel de fuera, en Hong Kong. Somos muchos entrenadores, con muy pocos sitios y encima ahora se incorporan muchos exjugadores. Antes, cuando colgaban las botas, se dedicaban a comprar garajes y apartarse. Ahora, buscan un banquillo. Y los hay muy bien preparados. La competencia es brutal. Pero al final, de fondo, siempre queda la duda. ¿Vale la meritocracia o los contactos? Yo sigo trabajando, lo haré hasta el último día, con los pies en el suelo. No hay más misterio. Quizá ahora que empieza a desaparecer ese sueño de entrenar en la élite, me llegue la ocasión. No sé. Tranquilidad y a disfrutar.
¿Es muy diferente un vestuario en Asia a uno de aquí?
Sí. Ellos siempre están ahí con sus cascos y sus cosas. Yo lo he debatido con Contra, en relación a la eterna duda de si no hubiera cedido tanto y hubiera metido más los planteamientos del fútbol occidental. La cuestión no es ceder o no, sino que ya que te va a tocar pasar por el aro, hasta qué punto vas a hacerlo.
Tu currículum, con estancias en Toledo, Málaga, A Coruña, China, Hong Kong, habla de alguien al que no le gusta parar quieto.
En el Atleti y en el Madrid viví muy bien. Luego llegó el instante en el que pude ser algo más, subir más, pero no pude o no supe hacerlo. Me he recorrido España. Soy aventurero, si quieres decirlo así. También es que esta profesión se presta a ello. Pero no es fácil ni cómodo. A mi familia esta temporada en Hong Kong le ha hecho mucho daño, aunque son decisiones que tomé y las asumo. El problema del fútbol es la inestabilidad, que te hace moverte y tomar decisiones complicadas. Yo he estado fuera casi tres años, mis hijos son pequeños y te pierdes muchas cosas. A China me fui solo, a una ciudad del país profundo, con 4 millones de habitantes y apenas 100 extranjeros. Luego incorporé a mi familia después y mi mujer lo echó un valor tremendo. Viví en la China de verdad.
Cae la tarde, la sobremesa. “Se está perdiendo un poco el hablar ¿no?”, dice, pero supongo que no se referirá a un encuentro que va camino de las dos horas. Sobre el asfalto, el sol no afloja ni un segundo.
“Fue apasionante mi año en China, de noviembre a noviembre. Aprendí a vivir sin nada y descubrí la cultura de los chinos, que no se reduce a ‘Todo a cien’. Estamos muy engañados. Me fui allí porque en Toledo me la hicieron bien gorda, a pesar de subir al equipo. Quizá me lo merecía, pero no creo. Al final me costó hasta dinero entrenar allí. Pagaba yo a mis ayudantes de mi bolsillo. Te duele por el cariño de la gente. Pero soy del Toledo hasta la muerte. De ahí me marché a China, por necesidad. Y económicamente te compensa. Por eso me fui. Hong Kong es otro cuento, pero bueno, ya está”.
No voy a escarbar más en su reciente estancia en la elite del fútbol de Hong Kong, en el Kitchee. Me basta con ver cómo habla de ese año. “Aceptar esa oferta fue una decisión rápida. Me he venido un poco antes de tiempo. Yo dirigía al equipo campeón, pero me olvidé llamar a Molina, que estuvo por allí. Cuando sumas títulos, como fue su caso, y sales del proyecto sin hacer nada malo tú, por algo será. Lo pasé fatal.”
Nos vamos despidiendo, más bien apagando la grabadora. “Eso de que la gente puede con todo es una gran mentira. Nadie puede con todo, con todo lo que le echen, por la sencilla razón de que somos seres humanos”.
Ya está de vuelta en Madrid, en casa. Y con la Segoviana en su día a día. “Al final, en todos los ámbitos, sigo siendo el mismo”.
Oye, que nos vamos y no te pregunto esto. ¿Cómo quieres jugar con la Segoviana?
Lo tengo meridianamente claro. Había oído hablar de Dani Calleja, de Ayrton, de los centrales, Anel y Chema, del portero, de Kike…Jugaremos sabiendo que tenemos el mejor campo de la categoría, manteniendo la esencia del año pasado y aportando nuevas cosas de entrenador recién llegado. El objetivo es ascender, está claro. Me gustaría dominar los partidos y controlarlos con el balón. La gente que paga su entrada y su abono se tiene que divertir”.