Anti nada
A los antis siempre los he mirado con recelo, no puedo evitar torcer el gesto cuando me topo con ellos. Jamás he entendido que alguien sea anti de algo cuando puede ser pro de tantas cosas. El anti como postura vital está completamente sobrevalorado.
Pierre Oriola afirmó en Catalunya Radio que es más antimadridista que culé. Enmarco estas declaraciones en el contexto de la rivalidad, en el sentido de que no creo que Oriola ni ningún otro deportista anteponga la derrota de su propio equipo a la victoria del rival. Aunque sea por un margen pequeño, supongo que Pierre gozará más cuando el Barcelona gana una Liga que cuando el Madrid cae eliminado en las semifinales de la Copa del Rey, a eso me refiero. No entiendo estas palabras en su sentido literal porque no tendrían ningún sentido.
Alabo la sinceridad en los deportistas profesionales. En esto y en cualquier otro tema. Me gusta que opinen, que se mojen, que transmitan su opinión sobre cualquier asunto propio, ajeno o global. Pero creo que un jugador de la élite no debe hablar de antis porque supone encender una llama que prende en combustión entre los que gustan de acostarse en la cama de los extremismos. Es una manifestación completamente innecesaria porque para lograr un mensaje pasional hacia sus seguidores no necesita acudir al anti. No veo en este discurso a gente como Navarro, Epi o Andrés Jiménez y no por ello serán nunca menos idolatrados por la parroquia azulgrana. Os pongo otro ejemplo vinculado a la gran rivalidad entre merengues y culés: dudo que haya un tipo más querido que Sergio Llull entre los hinchas del Madrid. El día que Navarro fue homenajeado en la previa del Clásico de Euroliga, el base menorquín publicó un post en Instagram en el que honraba su figura. Salir a destrozar a tu máximo rival es compatible con respetarlo. Y abrazarse al anti supone, en mi humilde opinión, arrinconar a los códigos del deporte, ya sea amateur o ultraprofesional.
Ojo, yo entiendo perfectamente que Oriola o cualquier jugador o entrenador del Barcelona desee la derrota del Madrid hasta en el cinco contra cinco de los entrenamientos. Lo mismo al revés. Y me vale para cualquier deporte y cualquier encarnizada rivalidad. Hablamos de sentimientos y los sentimientos en el deporte y en la vida son sagrados. Por ceñirnos al baloncesto, es estupendo que un pío pío anhele la derrota del Canarias, que un fanático del Bilbao Basket disfrute con los malos días del Baskonia o que fuenlabreños y estudiantiles no quieran el triunfo del rival ni en un videojuego. La rivalidad es fantástica, los antis no. Son los profesionales los primeros que deben fomentar los valores del deporte. Llevarlo todo al extremo supone que el baloncesto acoja gritos de "Písalo" a Rudy en Vitoria o pitos a Navarro en el homenaje en el Palacio.
Me encanta Oriola como jugador. Admiro a la gente que juega con esa energía y un lenguaje textual que transmite pasión. Pero ser anti no mola. Como mucho anti antis... y ni siquiera esto me suena nada bien.
Fuente foto: Marca