EL CICLO QUE SIEMPRE VUELVE A EMPEZAR
Hay gente que piensa que el Madrid de Pablo Laso debía haber ganado más Copas de Europa. Que con esa plantilla cada final perdida es un enorme fracaso. Que el técnico vitoriano no sabe ni coger una pizarra. Que otro entrenador hubiera engordado hasta el empacho el palmarés de los últimos años. No exagero al compartir estas opiniones. Es más, atendiendo a lo leído y escuchado durante los últimos años creo que me quedo hasta corto.
Me pregunto qué pensarán estos convencidos haters (ahora se dice así, ¿no?) del hecho de que Zelimir Obradovic haya perdido dos de las tres finales consecutivas que ha jugado Fenerbahce. Menudo fracaso de este tipo. Pobrecillo, solo ha levantado 9 entorchados en 17 presencias en la Final Four. Un perdedor, vamos. Supongo que lo echarán a patadas de la zona asiática de Estambul. Bueno, si el serbio tuviera un mínimo de decencia ya hubiera presentado la dimisión.
En serio. Los últimos nueve campeones de la Euroliga son Real Madrid, Fenerbahce, CSKA, Real Madrid, Maccabi, Olympiacos, Olympiacos, Panathinaikos y Barcelona. Y los últimos nueve finalistas son Fenerbahce, Olympiacos, Fenerbahce, Olympiacos, Real Madrid, Real Madrid, CSKA, Maccabi y Olympiacos. Acudir con continuidad a la cita a cuatro de mayo es muy difícil. Jugar finales, más. Ganarlas, el culmen del teorema más difícil de la canasta. Anoche combatieron en Belgrado dos bestias competitivas, dos equipos mayúsculos, los dos únicos supervivientes de la competición más desgastante del planeta. Y ganó el Madrid. Pero si hubiera perdido este que aporrea teclas acudiría a estas líneas para escribir algo muy parecido.
El deporte es competir. Armar un proyecto. Ir, ir, ir, ir. Levantarse. Aprender a perder. Mantener el hambre. Y todos los que trabajan con denuedo en la sección de baloncesto del Real Madrid activaron un proyecto durante el verano de 2011. ¿Con dudas? Pues claro. Pero siete años después ese proyecto que mantiene la cara del coach pero también la de veteranos actores que continúan siendo decisivos, acaba de conquistar su decimocuarto título. Y lo ha hecho derrotando a dos trasatlánticos del concierto europeo. Al primero y al segundo de la fase regular. Porque sí, queridos amigos, la Copa de Europa más larga de la historia la ha vuelto a ganar el quinto clasificado.
Un triunfo salvaje. Una victoria coral. Jugaron todos, sumaron todos. También debo mentar a todos los entrenadores y a ese "carrito del pescao" del que hablamos aquí hace varios años. Todos. Deseo mencionar aquí al departamento de prensa, al que le agradezco públicamente que haya estado mucho más a la altura que mi amada Onda Madrid. Y no vale el manido tópico de que cada jugador entendió su rol. Llull hizo una final rara, Doncic fue importante pero no diferencial al extremo y Ayón apareció mucho menos tiempo que en la velada anterior. Pero Causeur completó su mejor función de la temporada, enchufando adelante y mordiendo atrás. Tavares intimidó. Tipos como Felipe, Rudy o Carroll tuvieron su chispazo imprescindible durante la sesión. Y TT enchufó el palmeo que alejó los miedos. Nadie jugó más de 29 minutos y nadie menos de 9. Eso en una final es acojonante, impensable por ejemplo en un equipo de Obradovic. El Madrid demostró ser un animal competitivo y una escuadra muy trabajada. Compareció como aquellos rivales inacanzables que lo destrozaban antes del salto inicial hace no tantos años.
Nada ha podido con el Madrid de Laso. Ni la rodilla quebrada de su líder, ni la inoportuna lesión de Campazzo, ese enano ganador que maneja los ritmos de un equipo de leyenda. Ni el hombro de Ayón. Ni el aluvión de caídos en combate que hacía pensar que en Valdebebas se había instalado una cámara oculta. Ni perder la ventaja de campo en la última zancada. Ni un 20-0 en el OAKA (¿qué pensará ahora el tendero de Atenas?). En el deporte ganar es muy complicado. Si alguien quiere saber lo que supone de verdad conquistar una Copa de Europa que repase las caras de descomposición de Llull, Herreros o Ayón durante los últimos minutos de la final. Creo que el Madrid va a ganar la Liga, pero si no la gana el hacha volverá a sobrevolar el gaznate de esos tipos que acaban de abrazarse a la gloria. Críticas siempre, de las buenas y de las menos buenas. Pero dejen de hablar de ciclos porque este en concreto siempre vuelve a empezar. Ya es un equipo de leyenda.