El virus bloqueó la maquinaria
La temporada del Madrid finalizó el día 26 de junio, en el partido número 61, con victoria en el último combate, decepcionados y con una chufla a rodabrazo de Facundo. Las treinta palabras que abren este texto hubieran sido ciencia ficción a principios de marzo. El coronavirus lo cambió todo, también la dinámica positiva del basket blanco.
El 12 de marzo se acabó todo para el Madrid. Ese día el equipo de Pablo Laso estaba citado en la calle Goya para jugar a puerta cerrada contra el Estrella Roja. El kilómetro 29 de la Euroliga se suspendió a última hora, Thompkins dio positivo y los jugadores, como todos, se metieron en sus casas. Lo que ha vuelto no es el Madrid, sino un equipo irreal, completamente alejado de los latidos habituales del corazón del lasismo. Sin físico y, al menos lo que hemos recibido los que estábamos fuera, sin la mentalidad necesaria para afrontar siete choques en trece días. Pocos jugadores transmitieron su deseo de volver a la competición y eso es lo que han demostrado sobre el parqué de la Fuente de San Luis.
Y eso que empezaron como un cohete. El Madrid fiable de principios de año apareció desmelenado en el primer cuarto de la fase final y también en la gestión de los instantes decisivos del duelo contra Valencia Basket, en los que el funambulista mantuvo el equilibrio con mucho poso competitivo. El tropiezo contra Burgos puede suceder, se lo hemos visto varias veces a una Selección Española que luego se sube a lo alto del podio. Pero el gatillazo andorrano, por el qué y también por el cómo, fue completamente inesperado. Frustrados, impotentes e individualistas. No supieron reengancharse a un partido que les ofreció varias oportunidades. Posiblemente la peor versión del Madrid de Laso desde el lejano verano de 2011.
El curso 19-20 concluye con dos títulos y una gran decepción. La nota merecida sea posiblemente un notable, tras una revisión al alza y generosa del profesor. Nunca sabremos qué hubiera ocurrido sin pandemia, pero el Madrid ofrecía muy buenas sensaciones antes del confinamiento. El Real Madrid 9.0 de Pablo Laso ya está fuera del mercado y la fábrica trabaja en la décima campaña del vitoriano, algo impensable cuando firmó su contrato hace nueve veranos.
Jamás el Madrid ha cerrado una plantilla antes de que terminara el curso anterior. Por eso asistí con escepticismo a la convicción de que, con las renovaciones de Carroll, Thompkins y el Monarca, el roster para la 20-21 estaba completo. El mercado está abierto y los corbatas de la sección están preparados para tomar decisiones. Laprovittola (nunca le convenció al entrenador) y Mickey salen dañados de esta fase final, ambos tienen firmado un contrato vigente por un año. Posiblemente necesiten también oxígeno en el juego exterior. Veremos si solo hay retoques o al final pueden activar la deseada operación de impacto fallida durante los últimos dos años. En cualquier caso conviene recordar que esta plantilla es la misma que la de marzo. Un grupo veterano con aún fuerzas para desafiar las grandes batallas. Los inconformistas irracionales piden revoluciones y rifles cuando bastan un par de reuniones para abrazarse a la paz. Es obvio que a esta generación histórica hay que irle preparando un relevo, pero también que esos tipos tienen el crédito que han ido renovando con éxitos cada año. Ninguno en blanco desde que llegó el comandante Laso Biurrún, que termina contrato en 2021. Deberán tomar decisiones. Adiós con un lunar a una temporada con asterisco.