DIEGO LÓPEZ, PORTERO
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A estas horas del día no es oficial el futuro de Diego López, la verdad es que tampoco es muy importante para lo que estoy escribiendo. Sé que si está lejos del Bernabéu será una mala noticia para todos los que piden en sus equipos, el Real Madrid en este caso, que sus jugadores sientan la camiseta, que el club esté por encima de ellos.
La mejor forma de respetar a Diego López es escribir sobre él y que en esta entrada no aparezca el nombre de ningún otro portero de su equipo. Que por lo menos en estas líneas Diego López aparezca en solitario.Se lo merece.
No soy su amigo, no me he tomado un café con él en mi vida, le entrevisté un par de veces siendo canterano en categorías inferiores y en alguna otra conversación de esas que los jefes de prensa nos ofrecían como alternativas al No a las grandes estrellas.No tengo ninguna vinculación personal con él.
Siempre me gustó como portero, siempre le respeté como persona. Cumplió en la cantera desde el silencio, sabiendo que tendría que hacer las maletas para, como otros muchos, buscar fortuna en el fútbol lejos, muy lejos de su sueño. Siendo madridista desde que tiene uso de razón defender la portería de su equipo se convirtió en una quimera. Salió del Bernabéu con apenas unos partidos jugados con el primer equipo sin pena ni gloria. Los informadores no le dedicamos ni un minuto en nuestros espacios, ni pena ni gloria. En aquel momento nos sudaba el futuro de los damnificados por el mejor portero del mundo.
Ni Barbosa ni Viera siendo los porteros del casi finalista de la Champions llegaron a eclipsar la explosión del canterano madridista que perpetuó el milagro de convertir en Grande de España y de Europa a un equipo que no existía en el mapa. Diego López se convirtió en el parador de casi todo lo que le lanzaron sobre la portería al Villarreal, rápido de reflejos, seguro en salidas, parando lo imposible, haciéndose un hueco entre los porteros de la selección española.
Seguía haciendo las cosas bien desde el silencio, sin llamar la atención de los amantes de los grandes titulares. Trabajo, trabajo y trabajo, respeto de la prensa pero sin Sénecas del periodismo que le idolatraran. Se convirtió en un arquero añorado en la Premier y que hubiera hecho las delicias de cualquier entrenador 'a la italiana' allí o en cualquier otro punto del planeta. Les gusta ese tipo de guardametas, de saques largos ajustados, altos, que abarquen portería y áreas y que se defiendan con el pie.
La vida, esa vida que te apuñala y te compensa hizo que Diego López, después de llorar el descenso del Villarreal y pasar por el ostracismo en el Sevilla recibiera la 'llamada', tal vez la única que no esperaba el portero lucense. Mourinho le quería para ser titular en el equipo de sus sueños, para volver a pisar el Bernabéu y el vestuario local. Llegó en mitad de una tormenta que él no había provocado, le asaltaron, le vigilaron, le vejaron, le pusieron cien cámaras sobre su ya no tan incipiente calva. Desde el silencio, desde el respeto a los demás, compañeros, afición, medios de comunicación...Trabajo.
Nadie podía acabar con el sueño hecho realidad. Cobijado en su pareja, en su familia y en sus amigos aguantó todo lo que le dispararon desde la frontal y desde fuera del estadio. Peleó para que su portería no fuera goleada y peleó para que nadie le pudiera joder ni uno solo de los minutos que tuviera la oportunidad de defender la camiseta del Real Madrid.
A estas horas del día no sé el futuro de Diego López lo que sí sé es que salga o salga de nuevo por la puerta del estadio, para mí lo hará con gloría y lo más importate, para él, con la cabeza alta. Nadie le ha podido robar sentirse parte de la historia de su equipo y por tanto del fútbol mundial.
Desde el silencio de Kamchatka, Diego Lopez, portero. Mis respetos.