Gonzalo Blanco y el pelotazo que le salvó la vida
Todo le cambió en un segundo
Sonará a tópico, pero créanme cuando les digo que la historia de Gonzalo me sobrecogió, y no solo por la crueldad de la misma, sino por la entereza y la fuerza con la que su protagonista se enfrentó a un cambio del destino que, en muchos como yo, habría hecho temblar los cimientos de nuestra vida. Es, sin duda, un ejemplo de superación.
Con gafas de sol y una chaqueta, la barba perfectamente acicalada y unas New Balance gris. Así se presentó Gonzalo a la cita, un tipo corriente, que sonríe al presentarse y te habla claro, "ahora estoy bien, hago vida normal. Ya estoy limpio". En su tono se diferencia la voz de un tipo agradecido, de alguien que valora cada minuto y cada momento. “Ahora pienso las cosas un par de veces antes de hacerlas”, sonríe.
Es la historia de alguien que tenía su meta al alcance de la mano, defender la portería del Atleti, y que se esfumó un maldito 3 de diciembre, "cuando piso un campo de fútbol siento algo... como que esto no he podido hacerlo y me habría gustado".
"Una vez entrené en el Calderón, era a puerta cerrada, en un entrenamiento previo a la Champions. Fue increíble. Siempre quise jugar allí, pero solo con entrenar... fue increíble para mí", y sonríe, sonríe de corazón recordando uno de los momentos más felices de su etapa en el equipo rojiblanco.
Fueron trece años defendiendo los colores de la cantera del Atlético de Madrid, trece años en los que fue demostrando su valía hasta llegar a entrenar bajo las órdenes de Javier Aguirre, compartiendo portería con Leo Franco o el Pichu Cuéllar, "cuando subí a entrenar, Javier Aguirre no paraba de decir que me parecía a Dani Martín, el cantante de El Canto del Loco. Me hacía mucha gracia, es un recuerdo y una anécdota que jamás olvidaré".
Disfrutó de años mágicos junto a jugadores de la talla de Koke, De Gea o Domínguez,... recuerdos que tiene grabados en la galería de fotos de su iPhone y que hacen que su brille mirada al recordarlos, "la vida me dio una vuelta, ahora puedo confirmar que para bien, pero en aquel momento...".
Dicen que uno conoce su cuerpo mejor que nadie, y unas malas sensaciones pusieron a Gonzalo y al cuerpo médico del Atleti en alerta, "en pretemporada empecé a notar cosas raras, podía llegar a beber 12 litros de agua, siempre tenía sed, y además me cansaba muy rápido. Pero bueno, me hice un montón de pruebas en el club, y nada, todo estaba bien, no me detectaron ningún problema".
Hasta que todo cambió, "un día entrenando, un 3 de diciembre, en el típico ejercicio en el que los jugadores tiran a portería, y siempre, al acabar, siguen tirando... Pues estaba con mi compañero recogiendo los balones, y uno de los tiros me dio en la cabeza. Y eso me salvó la vida".
Gonzalo se desvaneció en mitad del entrenamiento y acabó en el hospital, donde después de una primera revisión, un segundo médico terminó por confirmar la peor de las noticias: dos tumores, uno en la parte delantera, y otro en la trasera, "después de operar el tumor de la parte trasera, se me quedó la parte derecha del cuerpo paralizada, y tuve que aprender a hacer todo, a atarme las zapatillas, a caminar, a lavarme los dientes... todo".
Remarca Gonzalo lo bien que se portó el Atleti con él, jugadores, gente del club, e incluso Pitarch fueron asiduos a su habitación del hospital, donde nunca estuvo solo, "mi madre estaba de lunes a viernes, y el fin de semana venía mi padre para que ella descansara. Los médicos nos recomendaron que nunca estuviese solo en la habitación, y así fue, estoy muy agradecido a todo el mundo que me ayudó, a mi familia, a mis amigos, a la gente del club, a todos".
Comenzó una recuperación a contrarreloj para salir de la clínica lo antes posible, "las enfermeras se asombraron de lo bien que me recuperé, es verdad que físicamente estaba muy bien, pero mentalmente me sobrepuse. Lo que no he hecho más es jugar al fútbol, me llamó el entrenador de la selección de Daño Cerebral Adquirido, fui un par de veces, pero no era lo mismo, me sentía diferente debajo de la portería, no tenía las mismas sensaciones, y decidí dejarlo, no juego ni pachangas, nada".
Dejó el fútbol en un segundo plano, pero el amor por el deporte y por sobreponerse a las adversidades, no le impidió marcarse nuevas metas, unas metas con las que demostrarle al mundo entero que es una persona totalmente normal, "a los tres o cuatro años de salir del hospital completé un triatlón. La sensación al terminarlo fue increíble, abracé mucho a mi madre y a mi padre. Mi madre estaba muy encima de mi, y joe... cuando llegué a la meta fui directo a ella, a darle un abrazo enorme y agradecerle todo lo que hizo por mí en ese momento"
"Estas cosas pasan, es lo que hay, y poco a poco lo fui asumiendo", le interrumpí, "¿y así te lo tomas? me parece increíble", y no duda, "es que no hay otra forma de asumirlo. Si te estancas entras en un bucle del que es muy difícil icil salir. Esta es la única manera de tomarse un problema así y la mejor forma para salir de ello, seguro".
Gonzalo completó sus estudios con un grado superior y la carrera de Gestión Deportiva. Ahora busca trabajo en el ámbito del deporte,"en cualquier equipo, en cualquier entidad, en un ayuntamiento,.. la gestión deportiva se puede usar en muchos sitios. A ver si encontramos algo, que llevo dos meses buscando y no encuentro nada", sonríe.
Y por último, manda un mensaje claro a las miles de personas que año a año y día a día pasan por lo que él pasó, "que estén fuertes ante algo negativo. Que se ponga delante y le digan que no va a poder con ellos y que van a salir victoriosos de ésta batalla".
Gracias Gonzalo, porque, al menos a mí, hablar contigo me ha ayudado. Me ha ayudado a ver que todo tiene solución, que el enfoque es importante, que pensar un segundo las cosas ayuda y que siempre hay un motivo para sonreir, por muy cuesta arriba que se ponga todo.