CDA Navalcarnero

"No nos vamos a rendir"

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El vestuario del CDA Navalcarnero se conjura para salir de la grave situación en la que se encuentra inmerso tras seis derrotas consecutivas, que le condenan a la antepenúltima posición.

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“Tenemos que ser conscientes de que la Segunda B es una categoría que quizá se nos quede grande. Es un milagro que estemos aquí”, consolaba un padre a su hijo en la grada del Mariano González hace dos fines de semana, tras la inmerecida y dolorosa derrota del Navalcarnero ante el Rápido de Bouzas. Derrota que, junto a la de este domingo ante el Atlético de Madrid, colocan al conjunto dirigido por Fran Garrido en una situación muy difícil de cara a lograr la permanencia.

Aquel día, mientras la grada enmudecía consciente la situación, los jugadores del Navalcarnero se lanzaban al suelo, con lágrimas en los ojos en algunos casos. Los números no engañan. 21 puntos en 24 jornadas son pocos. Demasiado pocos. La salvación rondará los 45. Cifra, quizá, inalcanzable a día de hoy para un Barquito que cuenta sus partidos por derrotas en lo que llevamos de 2019.

En el club están convencidos de que el problema, más allá de lo futbolístico, es mental. “Necesitamos una victoria para levantar la cabeza y darnos cuenta de que no lo tenemos tan lejos”, cuentan. Desde el vestuario tiran de orgullo, de lucha y de coraje. “No nos vamos a rendir”, dicen, tajantes. Los pesos pesados se han encargado durante los últimos días de alentar a una plantilla joven, inexperta en este tipo de situaciones. Tras aquella dolorosa derrota ante el Rápido de Bouzas, Joaquín Cerdá –cuánto le echa de menos el Navalcarnero- saltó al césped para arropar a sus compañeros, abatidos. “Cabeza arriba. Vamos, vamos”, gritaba.

“El éxito requiere de persistencia, la habilidad de no rendirse en la cara del fracaso”, decía Martin Seligman, escritor norteamericano. Y eso es lo que ahora mismo necesita el Navalcarnero. Porque la Tercera División les está mirando de frente y la persistencia es la única vía de alejarla. Y quién sabe. El fútbol es un deporte caprichoso, capaz de resucitar a un equipo desahuciado y de hundir a otro que se bañaba en la gloria hace pocas semanas. Nada está escrito. Mientras haya vida, habrá esperanza.