Vallecas se rinde a Álex Moreno

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La matinal vallecana aguardaba incesante la espera. Parecía que habían pasado años desde el último duelo local, si bien es cierto que el margen solo había sido de dos semanas. Probablemente, las más largas que ha tenido el Rayo Vallecano en los últimos años. Con el caos abrazado a la franja abordaba el conjunto de Jose Ramón Sandoval su cuarto envite liguero, y es que si lo caótico hiciera las paces en Vallecas, el Rayo, entonces, sería menos Rayo.

Las gargantas franjirojas afinaban su rutinaria puesta en escena, a la vez que la incertidumbre actuaba como eje vertebrador. Vallecas, las doce, un idilio para toda la vida, un nexo por el cual el término fútbol quedaría en mera anécdota. Era de esperar la puesta inicial de los Diego Aguirre y Pablo Clavería. El primero hizo méritos con su doblete entre semana en Almería, mientras que Clavería lleva tiempo haciendo un máster en meritocracia para estar al filo de la condecoración en Payaso Fofó.

El comienzo invitaba al optimismo más moderado, aunque el paso de los minutos hizo bailar un tango al tedio con la desesperación. El Rayo claudicaba ante un Mallorca superior, si bien es cierto que los de Fernando Vázquez se mostraban erráticos en la definición. Moutinho y Óscar Díaz ponían a prueba los reflejos de Toño. Mañana rara la que tuvo el meta rayista, solventando alguna de las circunstancias que el mismo se encargó de generar. Agonizaba la primera parte con un Trashorras desesperado y con Sandoval desgañitándose en la banda. Lo mejor, el 0-0 inicial.

Comezaba el segundo acto de la misma forma que lo hiciera el primero. El Rayo salía al verde con intención de llevar la iniciativa, pero era el Mallorca el que daba mayor sensación de peligro. Ebert dejaba su puesto a Álex Moreno, y con ello vendría el agitamiento que llevaba anhelando Sandoval. Vallecas se preparaba para una nueva penitencia, y es ahí donde irrumpió la figura del extremo catalán. Trashorras, con la templanza de un gallego y el atisbo del que flirtea con la magia, dejaba atrás a todas y cada una de las camisetas bermellonas que salían a su paso, para, a renglón seguido, trenzar un pase interior a Álex Moreno, que definiría por bajo ante la salida del meta Santamaría. Era el minuto setenta de partido, quince desde que había entrado Álex Moreno. En ese tiempo demostró la pasta de la que está echa su fútbol.

Vallecas rugía, el Rayo, por fin, anotaba su primera diana de la temporada en casa. Hubo tiempo para que los más proclives a padecer del corazón activaran los marcapasos. La tuvo Lago Junior ante un despiste del inefable Rat, a lo cual respondió magistral Toño. Sandoval pedía el final del partido desde el banquillo, y el colegiado hacía realidad sus deseos, para, de esta manera, sumar la primera victoria de la temporada, y de paso, apaciguar los revueltos ánimos que se dirimen por la barriada vallecana. Respiro y rendición ante un Álex Moreno que, no tengo ni la más mínima duda, va a levantar de sus asientos más de una vez a los sufridos aficionados franjirojos. Próxima estación: Miranda de Ebro.