Confesiones de Final Four

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No soy muy amigo de compartir cosas personales. ¿Por modestia? No lo creo, la verdad. Es más por vergüenza, por miedos, por temor a la luz, por pavor a quitarme la camiseta y sentirme completamente desnudo. Pero de vez en cuando es necesario hacer una excepción. Allá voy con unas confesiones. Estás a tiempo de dejar de leer, admirado lector. Si te quedas, te abriré un poquito mi escondido corazón.

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Este jueves parto hacia Turquía para cubrir como periodista mi cuarta Final Four (Barcelona 2011, Londres 2013 y Milán 2014). Trabajo en una radio de Madrid y muchas veces los buenos recuerdos se basan en los éxitos o derrotas de los equipos madrileños, pero no siempre es así. Guardo con mucho cariño en mi álbum de recuerdos la cita de 2011 en el Palau Sant Jordi. El despliegue de Onda Madrid fue espectacular, montamos una muy gorda. Fui con mis amigos, con mi gente. Qué bien lo pasamos, demonios. Contando basket, haciendo entrevistas o zampando calçots. Siempre es felicidad tener a mi lado a Rosa Vara de Rey y a José Luis Poblador. Pues eso, que lo pasamos divino. Inolvidable el color amarillo de la grada, aquello fue una barbaridad.

Desde 2000, al principio sólo ocasionalmente y a partir de 2003 de manera regular, he tenido la inmensa fortuna de contar por las ondas las andanzas de los equipos madrileños de basket. Son muchos años, así que os podéis imaginar que ha habido de todo. Desde la final ACB con el Estudiantes hasta el triple de Herreros en Vitoria, pasando por el descenso del Fuenlabrada en el Saporta. Éxitos rotundos de todos y gatillazos terribles también de todos. Copas de Europa, Ligas, Copas del Rey, Supercopas, Copas del Príncipe, Europeos, Mundiales, partidos LEB, choques de Liga Femenina, Eurocup... qué sé yo. Todo ilusionante, cada partido contado ha sido, es y será un enorme privilegio para alguien que siente devoción por el basket y por la radio. Siempre he intentado respetar al deportista, ayudar a los empleados más anónimos y quedarme para mí lo que oía y no debía contar. Toneladas de recuerdos, toneladas de emociones en pabellones en los que cuando era pequeño soñaba con narrar baloncesto, toneladas de anécdotas. He sudado la camiseta (literal, yo no sé cómo se puede sudar tanto durante los partidos). He conocido a gente maravillosa, a personas que con su respeto aún hoy me hacen sentir una increible satisfacción.

En marzo de 2015 tomé la decisión de cambiar a Radio Marca. Convencido al 100%, ilusionado al 200%. Dejaba atrás la posibilidad muy factible de vivir una Final Four en Madrid, sabiendo de antemano que en mi nueva casa esa opción era remota. Por supuesto, cualquier comunicador desea trasladar por las ondas una Copa de Europa, y más después de tantos años ligado al baloncesto. Pero necesitaba aire, nuevos retos, soltar pesadas mochilas que cargaba a mi espalda sólo y exclusivamente por mi culpa, de nadie más. Aquella tarde primaveral, mientras se jugaba el Real Madrid - Olympiacos, yo estaba trabajando en el Calderón. Cuando el Madrid levantó el título, servidor estaba escuchando la radio desde la zona mixta del estadio. Recuerdo que más tarde Méndez me llamó para acudir a una tertulia nocturna en los estudios. Hacia allá fuimos para intentar contarle a los oyentes qué suponía esa Euroliga para un proyecto que venía de dos golpes terribles en Inglaterra y en Italia. Claro que da pena no poder trasladar a los oyentes las buenas noticias que ellos reciben como tales (eso es la pasión, activar las emociones del oyente), pero que quede claro que a mí también me ha gustado estar en las malas de los equipos madrileños, que han sido muchas. Esto lo he hablado decenas de veces con Pobla, los dos pensamos lo mismo.

Entre marzo de 2015 y marzo de 2016 hubo más Euroligas, Ligas y Copas. Y también un buen número de combates en los que me hubiera agradado estar. Me perdí todo. Costó, cómo no. Algunos los pude disfrutar gracias a Pablo López, un tipo increible y un compañero que en Radio Marca me demostró su enorme respeto y su gigantesco cariño. ¡Qué bien lo pasé haciendo radio contigo, ojalá en el futuro podamos repetir! Regresé a Onda Madrid y fui partícipe del baloncesto de otra manera. Era lo normal, era lo lógico, era lo justo. En los 17 años que llevo como profesional jamás he pedido nada, sólo he intentado trabajar, a veces con acierto y las más con muchos errores. Los asteriscos de ese nuevo escenario me los guardo para mí y para mi gente, por la que siento devoción. En febrero de este año tuve la suerte de cubrir la Copa de Vitoria. Y esta semana viajo a Estambul con el único objetivo que he perseguido como locutor de radio: activar la fábrica de sueños de los oyentes.

Es la misma Final Four que en 2015. La misma. En emparejamientos y en horarios. Confieso que tengo clavada una enorme espina profesional. Y también que por diversos motivos personales la Final Four de Estambul supone para mí un gigantesco desafío. Viví con mucha emoción que aquel 17 de mayo de 2015 algunos compañeros y oyentes se acordaran de mí con un tuit, un mensaje o un whatsapp. Eso queda para siempre. Tengo más ilusión que el primer día. Y muchísima menos que el último. Y afortunadamente nadie tiene armas para cambiar eso, que es la esencia de todo. Gracias a todos los que dejáis que os siga acompañando. Este texto lo tenía que escribir aquí, en Pobla FM. ¡Viva el basket! ¡Viva la radio!