El Getafe retorna a Primera

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Yo adivino el parpadeo de las luces que a lo lejos van marcando mi retorno.
Son las mismas que alumbraron con sus pálidos reflejos hondas horas de dolor.

Carlos Gardel

Con la frente marchita. Que trece meses no es nada. Exactamente trece meses y nueve días después de que el Getafe descendiera a Segunda División, el Getafe ha subido a Primera División. Aquella tarde se reunieron en el Villamarín unos cuantos de cientos, algún que otro millar de esos azulones que desafían a las matemáticas: siendo tantos no suman más que cuatro gatos. El 24 de junio de 2017 es, sobre todo, para los que vivieron ese 15 de mayo de 2016. En aquel momento no lo podíamos ni imaginar, pero al final mereció la pena Sevilla; del dolor más hondo puede surgir el mayor de los gozos. Quien sufrió lo primero se merece vivir lo segundo. A disfrutarlo, compañeros. Que es un soplo la vida.

Llegó la gloria con sufrimiento, porque no hay otro camino. El Geta acabó con el agua al cuello un cuento que había comenzado fabulosamente. En doce minutos ya había remontado la eliminatoria y antes del descanso dejó la historia escrita. El primer gol, en el 9, lo marcó Faurlín a lomos de la afición; el segundo, Pacheco con la inercia; y el tercero, la Santísima Trinidad: de Molina a Portillo, de Portillo a Molina, de Molina a Pacheco, de Dani al cielo. Entre medias Lozano heló el Coliseum con el 2-1, pero el Getafe no tardó en derretirlo y poner orden entre el caos: retorna a casa, al hueco que se ganó hace trece años y ha vuelto a recuperar ahora, a ese que es su hogar casi desde que el siglo es XXI. Fuimos y seremos.

Vivir con el alma aferrada a un dulce recuerdo que lloro otra vez. De Tenerife al Tenerife. De Pachón a Pacheco van tres letras, trece años, cinco días y dos goles. El resultado, el mismo: comparten asiento emérito allá en las alturas. La luz de Pacheco brilla ya, al lado de la estrella Pachón, en el Olimpo azulón del que jamás se irá. Va a iluminar nuestra memoria para siempre. Más si cabe la de aquellos que nunca dejamos de creer; concretamente en que no volveríamos a ver al Getafe entre los mejores. Los pesimistas vivimos complacidos en un estado de equivocación continuo: al final siempre vuelve a salir el sol para fundir los sueños en recuerdos.

Toca repartir culpas. El retorno no hubiera sido posible sin uno que en la final no marcó, pero creo que se le podrá perdonar. Jorge Molina, don delante, también ha vuelto a su casa; el segundo escalón le queda muy pequeño. Ahora puede descansar tranquilo; su temporada ya reposa en la eternidad. Cerca de él suele estar otro que tampoco lo ha hecho mal: Portillo, el ángel azulón que acompañará al Geta a Primera, de donde nunca tuvo que salir. Otros posiblemente no sigan, pero no por ello merecen menos reconocimiento. Uno se acuerda de Alberto, portero que llegó suplente, se hizo titular a base de trabajo y al final terminó en el banquillo una temporada que debió celebrar bajo palos. Compromiso y saber estar; portero y compañero.  

Hablando de compromiso: Cata, Cala. El primero volvió para devolver a su sitio a su Getafe y en el camino ha terminado de pulir su leyenda. El segundo se perdió por lesión el partido por el que había luchado como un jabato durante 45 encuentros. No le importó tener una rotura fibrilar de 6 centímetros a la hora celebrar el primero un premio que en buena parte es suyo. Juan es así, la entrega le come. El gol a Faurlín le hizo la justicia que le quitó a su campaña el mal partido en Tenerife; Sergio Mora derribó a base de coraje el muro que al principio le bloqueó. Esto que se ha ganado en más de once meses es de todos; también de Emi Buendía, cuya pasión no fue recompensada como debiera. Incluso de Facundo; tanta gloria argentina. De Primera somos todos.

Falta uno, el último y el primero. Llegó en septiembre, en descenso a Segunda B; se va de vacaciones casi en julio, en Primera. Su segundo ascenso consecutivo. Un animal competitivo con el que el Getafe no ha perdido un partido en el Coliseum en nueve meses: 19 encuentros para 14 victorias, 5 empates, 37 goles a favor, 10 en contra. Cinco victorias caseras consecutivas para cerrar la temporada: 14 goles anotados por uno solo recibido. Bordalás tiene sus cosas, no todas buenas, que al final se le perdonan porque gana como si no hubiera un mañana en el que paladear un empate. Trajo la verdad bajo el brazo para destaparla en el último momento. Y es que yo sin ti…

Fin de la historia, círculo cerrado. Fue Pacheco, un 19 de agosto en Miranda de Ebro, quien inició esta maravillosa leyenda que ha cerrado Pacheco un 24 de junio en Getafe. En medio casi todo ha sido sufrimiento y todo ha valido la pena. Crecer tras la caída es el mayor de los éxitos y ahí tiene el resultado nuestro Geta. Al final sí, volvimos enseguida. Para que no nos olviden. Bajo el mirar burlón de las estrellas que, con indiferencia, hoy me ven volver.

El fuego del infierno ya es sólo humo. Si ayer era mañana, hoy lo será para toda la vida.