Nadal también dudó
Nuestros referentes deportivos, esos a los que vemos en televisión cada día, se ven obligados a afrontar dificultades psicológicas, y cada vez son más los que se atreven a contarlo públicamente. Por suerte, la asociación del jugador a la imagen de un dios perfecto se está extinguiendo de la opinión general
Tal y como describía perfectamente el gran Alfredo Matilla en su artículo de la pasada semana en el Diario AS, André, Mertesacker y Bojan no son los únicos. Durante los últimos días, los ojos del gran público han conocido historias de varios futbolistas que han sufrido durante mucho tiempo en silencio, como el defensor del Arsenal, quien afirma haber vomitado antes de cada partido durante los últimos 15 años debido al malestar que le generaba la presión del futbolista profesional.
Cuando el sufrimiento no puede observarse directamente en una radiografía o una resonancia magnética, tendemos a infravalorarlo, y la consecuencia de ello es que muchos jugadores prefieren callar para no ser señalados. Sin embargo, dicho sufrimiento es real, y según datos de FIFPRO (Federación Internacional de Futbolistas Profesionales), el 38 % de los jugadores encuestados (dentro de una muestra de 826 participantes) afirma estar sufriendo problemas de ansiedad en este momento. Un dato lo suficientemente revelador como para seguir ocultando esta realidad.
Te lanzo algunas preguntas a ti, que me estás leyendo, ya juegues al fútbol en el Bernabéu o en La Mina, practiques el deporte que practiques, en el alto nivel o en categorías más modestas, ¿alguna vez has sentido que la impotencia te desbordaba cuando no alcanzabas tus objetivos?, ¿has dudado de tu capacidad para seguir rindiendo como lo hacías antes? ¿notaste que pensabas demasiado, y de forma negativa, mientras estabas compitiendo? ¿perdiste las ganas de seguir jugando porque ya no disfrutabas? Si la respuesta es afirmativa, debes saber que has pasado por una situación similar a la de Rafa Nadal, el auténtico estandarte de lo que todos entendemos por “fortaleza mental”. El tenista mallorquín, sí, ese que pareció invencible durante muchas tardes de junio en la tierra parisina, se enfrentó durante el año 2015 a un escenario que no conocía, donde la falta de confianza y la ansiedad eran protagonistas. Y lo primero que hizo nuestro querido Rafa, al igual que ha hecho ahora André Gomes, es reconocer el problema. Un primer paso necesario para comenzar a recuperar su mejor versión.
Vídeo: Rafa Nadal da por superados sus problemas de ansiedad
Después del primer diagnóstico, comienza un período de entrenamiento psicológico, un proceso equiparable al que se pone en marcha tras una rotura de ligamento cruzado, sólo que aquí, en lugar de trabajar la fortaleza del “core” o la estabilidad de la articulación, buscamos que el deportista aprenda a identificar y controlar sus pensamientos, exprese sus emociones o incorpore a su rutina diaria algunas técnicas de relajación que le permitan modular la ansiedad. El resultado de ello será un deportista más capacitado para volver a disfrutar compitiendo, así como una persona con herramientas para tomar de nuevo las riendas de su vida. No obstante, es importante señalar que siempre será mejor prevenir que curar, e incorporar esta preparación aunque no exista ningún problema, no sólo supondrá una mejora del bienestar y el rendimiento, si no que disminuirá la probabilidad de sufrir algún trastorno en el futuro.
Cuando el Camp Nou ovacionó al mediocampista portugués tras saltar al campo ante el Chelsea dimos un paso adelante como sociedad y abrimos la puerta a todos aquellos deportistas que aún sufren en silencio, para que, de una vez por todas, puedan hablar con normalidad de sus debilidades, algo que sin duda les hará más fuertes. Por más como Nadal y André Gomes.
Rafa Mateos. Psicólogo Deportivo.
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