La conexión
El Madrid ha ganado los últimos siete partidos que ha jugado contra el Panathinaikos, cinco en Madrid y dos en Atenas. Perdónenme, pero esto hace algunos años era ciencia ficción y quimérico a la vez. El Madrid coquetea y casi acaricia su sexta Final Four en los últimos siete años. El Madrid sujeta un proyecto ganador que sigue alargando en el tiempo.
Laso Biurrún llegó al banquillo merengue durante el verano de 2011. En el deporte actual acercarse a una década de éxitos es de alucine. El Madrid continúa metiendo codos en la élite tras perder al mejor jugador de Europa (Luka), padecer las lesiones de su pieza más importante en todos los sentidos (Llull) y ver volar a actores del calibre del Chacho o Mirotic. El Madrid compite para ganar, pero ojo, también se puede ser un equipo ganador con derrotas muy severas.
Y ahí entra algo menos trascendente pero mucho más profundo que el triunfo. El proyecto de Laso Biurrún (luce como padrino pero hay muchos más actores involucrados) ha conseguido enganchar. Acudir a la plaza de Felipe II es disfrutar de una espectacular oferta de ocio. Desde fuera se percibe a la perfección la identificación que siente el aficionado con ese grupo de guerreros. Les gusta ir a ver basket. Les agrada, más allá de ganar los partidos, cómo se cocina el proceso. Hablo del camino para. Y hablo de la conexión entre. Por eso ese equipo ha sido, y posiblemente lo volverá a ser, levantado en la derrota a golpe de palmas y reconocimiento.
Anoche hice el partido encerrado en una cabina de radio, pero incluso detrás del cristal fui plenamente consciente de la comunión que se creó entre el parqué y las butacas. Insisto, se llama identificación. Once mil espectadores dibujaron una sonrisa en su rostro con las defensas de Taylor, las carreras endemoniadas de un gigante de Cabo Verde para matar en contraataque, el ilusionismo de Campazzo o los triplazos de “Klemencio”. Había un ambientazo extraordinario. Pero más allá del voltaje, existía una química especial. Seguramente los que acudisteis a la calle Goya entendáis lo que trato de transmitir en estas líneas.
Les falta rematarlo, pero los blancos están muy cerca de Vitoria. Sería otra Final Four. Eso significa volver a estar entre los mejores, acudir una vez más a la gala de presentación de la gran cita del año. Estos muchachos han conseguido que eso parezca menú del día, pero durante los tres lustros previos a la llegada del actual entrenador ese menú no aparecía en la carta del Real Madrid de baloncesto. La Copa de Europa solo la gana uno, que lo hace tras afrontar entre 35 y 37 combates. Ese es el camino. Y lo que queda atrás. Y el que recorren desde el kilómetro cero después de un batacazo. El actual Madrid ha conseguido que sus aficionados conecten con ellos, que tengan devoción por ese grupo y que los apoyen incondicionalmente. Eso es tremendo. Pero además han logrado que todos los fanáticos del baloncesto y del deporte disfrutemos de este bendito deporte. Contar esto por la radio es un privilegio mayúsculo.
Foto: EuroLeague