Sobre el gesto de rayistas cediendo su abono a aficionados del Valladolid

Vallecas, gente de barrio

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FERRETERIA ORTIZ 1200 200

Hugo es un joven compañero de trabajo, aunque jóvenes ya son casi todos cuando tú estás rozando la cincuentena. Aficionado al Valladolid, durante la temporada hemos aprovechado algunos ratitos para comentar la situación de su equipo y del mío, el Rayo Vallecano. El fin de semana pasado nos cruzamos mensajes: él me transmitió sus condolencias por el descenso, y su esperanza de que quizá con el Rayo en Segunda el Real Valladolid podría ganar en Vallecas y apuntalar su salvación con más facilidad.

Hugo tuvo un mal lunes. Cuando supo el precio de las entradas del Rayo-Valladolid del domingo, su cara reflejaba cabreo y decepción. “Pedro, no puedo pagar 50 euros”, me dijo muy serio. Para un pucelano que está en Madrid por trabajo ir a Vallecas a ver a apoyar a su equipo en el filo del descenso era su ilusión desde hace semanas. La ambición de la directiva rayista por “hacer caja” con el dinero de la afición visitante pudo más que corresponder con un precio equivalente al de la visita de los vallecanos a Valladolid (35 euros la entrada).

Y entonces, apareció Vallecas. Llegó la buena y solidaria gente de barrio. Poco a poco, las redes sociales se llenaron de mensajes de abonados rayistas que ofrecían gratuitamente su carné a los aficionados del Valladolid. El fenómeno fue creciendo durante todo el día. Y aunque yo no pude conseguir los pases para mi compañero, reconozco que disfruté viendo los mensajes que se cruzaban vallecanos y pucelanos. Mensajes que seguirán seguramente hasta el mismo sábado o incluso domingo, horas antes de que se juegue el partido. Durante el fin de semana, habrá “quedadas” en el entorno del campo de Vallecas de las dos aficiones que han sido, son y serán, rivales. Saludos, agradecimientos, quizá algún abrazo emocionado que corresponde así a lo que es pura generosidad, la del que no espera más compensación que la de sentirse bien por hacer feliz a un igual.

Aficionados del Valladolid en la grada de Vallecas la pasada temporada (Foto: Jorge Ropero)Nunca le he preguntado a mi socio Carlos Sánchez Blas por qué llama al campo de la Avenida de la Albufera “Vallekanfield”. Supongo que será porque ambas aficiones son incansables en su apoyo, sea cual sea el resultado y el minuto del partido.

Liverpool y Vallecas no se parecen demasiado, como no se parecen Londres y Madrid. Pero sí tienen algo en común. Ese origen humilde de la inmensa mayoría de sus habitantes, trabajadores de los de despertador a las cinco y media de la mañana. Ese obrero votante de izquierdas, siempre rebelde ante “los que mandan”, ya sean políticos o presidentes de club. Ese currante tan protestón como generoso con los que considera “de su clase”. Y esta vez, los vallecanos han decidido que los del Valladolid, perjudicados injustamente por unos precios absurdamente altos, son ese colega al que ayudar. “Si no nos apoyamos entre los aficionados humildes…” escribía uno ayer.

El domingo el Valladolid no lo tendrá fácil para ganar en Vallecas. La afición local levantará a su equipo como ha hecho siempre, para que el rayismo tenga un final lo más digno posible en su último partido como local en Primera. Pero estoy seguro de que los aficionados pucelanos que entren en el campo con un abono franjirrojo no olvidarán a los buenos rayistas que les han puesto tan fácil animar a su equipo en estadio visitante. Gente de barrio. Gente de Vallecas.

PD.: Finalmente, mi compañero Hugo verá el partido en el campo. Un compañero de la facultad –es lo que tiene la juventud- le cede su abono.

Fotografía de portada: Irene Yustres