Opinión sobre la situación actual del fútbol base

Por favor, basta ya

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Llevo toda la vida enamorado de este deporte llamado fútbol. Y digo enamorado porque en más de 25 años, o al menos desde que tengo razón de ser, he participado, creo, en todas las posibles facetas en las que he podido participar en el colectivo del fútbol. Lo viví como jugador, como entrenador, como árbitro, como directivo e incluso como periodista. Algunas en pasado y otras en presente. Cada fin de semana vemos cosas o veo cosas de las que me avergüenzo, ya que se mancha algo tan bonito como es el fútbol en particular y el deporte en general.

Soy de una comunidad autónoma que en todos estos años solo ha disfrutado del fútbol profesional, o al menos de Primera División, en cuatro años. Fueron cuatro temporadas en las que un equipo extremeño ha estado en la llamada "mejor liga del mundo". Digo llamada porque no considero que sea así. En un mundo o en una época en la que un club se gasta 200 millones de euros en un jugador, una cantidad que una familia normal puede tardar incluso 20 generaciones o más en llegar a conseguir, y seguro que me quedo corto, y en una liga en la que los precios de las entradas para ver el partido, además de poner horarios complicados cómo pueden ser las 22:30, suponen en algunas ocasiones cantidades cercanas al medio mes de trabajo, en el caso de los más afortunados que trabajamos en este país. 

Sin embargo, éste no es el tema por el que escribo esta columna y que me daría para otras muchas más. Ésta en especial está dedicada al fútbol base: va para padres, entrenadores e incluso jóvenes jugadores. Hace un par de años, en mi anterior etapa periodística, dirigía un programa llamado “La Factoría del Fútbol” en el medio Badajoz Deportes y en el cual cada semana entrevistábamos a chavales entre las categorías prebenjamines y cadetes de cada club distinto de la ciudad de Badajoz. El único requisito para asistir al programa era que los invitados tenían que ser buenos compañeros y sobre todo buenos estudiantes. Pues bien, dos años después cuando visito campos, ya sea para ver fútbol, para ver a amigos, a conocidos o simplemente voy caminando de camino al trabajo por la ciudad, me encuentro con padres y niños que fueron invitados a ese programa. Todos me dan las gracias porque solo tratábamos aspectos relacionados con el fútbol, llegando un padre incluso a darme las gracias porque antes de ir al programa su hijo rozaba los aprobados y en estos dos años no baja del notable. Esta situación me hace plantearme varias preguntas: ¿por qué no ponemos en nuestros hijos todo el empeño para que saquen esas notas en clase? Al fin y al cabo es lo que va a hacer que nuestros hijos sean alguien en un futuro, algo más probable que llegar a ser un Cristiano, un Messi o un Griezmann en un campo de fútbol. Creo que no hace falta recordar que sólo hay un Cristiano en el mundo, solo un Messi en el mundo y solo un Griezmann en el mundo para los millones de fichas federativas existentes en todo el territorio nacional, de las cuales sólo un 1% alcanza el fútbol profesional. Con esto me refiero a que hagamos que nuestros hijos vayan al fútbol como una forma de hacer deporte y de divertirse, que no intentemos o busquemos que nuestros hijos se conviertan en una súper estrella, que no queramos buscar en ellos una posible salvación económica. A mí, personalmente, me gustaría que mi hijo fuese recordado por Pepe, por Manolo, por Javi, por Isma, y no por parecerse o ser como Cristiano, Messi o Griezmann. Todos sabemos que es muy difícil llegar a la élite, por lo que, por favor, vayamos con nuestros hijos, amigos y familiares a ver jugar y a divertirnos con los chavales.

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Todo esto viene a raíz del momento quizá más bochornoso que he vivido sobre un terreno de juego en directo. Apenas 5 segundos han bastado para tener una imagen horrible y bochornosa en mi cabeza. Semana tras semana vemos cómo hay enfrentamientos entre padres, entre chavales, vejaciones e insultos hacia el árbitro o hacia los jugadores del equipo rival. Ojalá esto se extinga algún día pero partido tras partido, semana tras semana, vemos cómo una vez en un sitio y otra vez en otro, se produce una agresión a un padre, a un hijo, a un futbolista o a un árbitro. Por ello, cada domingo me formulo la misma la misma pregunta: ¿realmente es lo que queremos? He llegado a escuchar comentarios de aficionados como “yo,como pago mi entrada, tengo derecho a hacer lo que me dé la gana”. Bien, pero yo digo:  ¿también el pagar un coche te da derecho a ir atropellando a la gente por la carretera o por las calles? Pues no, caballero, porque para eso hay unas normas como las hay en todo deporte. Si trasladamos esto al fútbol muchos podrán decir que “mi hijo, mi amigo o mi compañero es muy bueno jugando y tiene que estar siempre en el mejor equipo, en el equipo que gane”. Traslademos este caso al atletismo, por ejemplo: ¿Cuántas personas en el mundo corren, saltan o lanzan para conseguir el objetivo máximo en la vida de un atleta como puede ser la medalla de oro en unas Olimpiadas? Hay gente que es muy buena, todos los vemos cuando disfrutamos estos deportes, pero sólo uno puede conseguir el oro. 

Pues en el fútbol pasa lo mismo. De mil jugadores solo uno va a llegar a ser futbolista profesional, solo unos cuantos van a poder vivir del fútbol. ¿Y el resto no tiene derecho el resto a disfrutar o a pasárselo bien cada fin de semana practicando el deporte que, en teoría, le apasiona? Está claro que todos queremos ganar, todos tenemos ese gen competitivo en el que las victorias alegran y las derrotas duelen, pero por favor, y lo digo con toda la sinceridad del mundo, por favor, vamos a dejar que cada fin de semana solo se hable de fútbol, de qué bonito este gol, qué bonita esta jugada y sobre todo ojalá, ojalá, que nunca se tenga que escuchar que en determinado campo hubo una agresiones o peleas entre padres. Vamos a concienciarnos un poquito y vamos a ser personas, que al fin y al cabo es lo que somos, y vamos a respetar y a disfrutar de algo tan bonito que, para todos nosotros o por lo menos para mí y para los que leáis este artículo, prácticamente es nuestra vida: el FÚTBOL.